/ viernes 25 de septiembre de 2020

El turno de la educación universitaria

Esta semana, cerca de 350 mil estudiantes de los distintos planteles y facultades de la UNAM, iniciaron vía remota el nuevo ciclo escolar 2020-2021. De esta forma, se garantiza la continuidad de los estudios y el cuidado de la salud de todos los miembros de la comunidad universitaria ante la Pandemia.


El conjunto de instituciones de educación superior como el IPN, la UAM, la UPN y las Universidades Públicas Estatales, entre otras más, también han reiniciado sus respectivos ciclos escolares de manera escalonada entre los meses de agosto y septiembre.


Sin embargo, hay algo que no podemos pasar por alto. Apenas el mes pasado la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que, debido a la pandemia y sus efectos en el mercado laboral, más de medio millón de jóvenes mexicanos abandonarán la universidad y los estudios de posgrado para el ciclo que está iniciando. Son miles de estudiantes que, aunque quisieran, ya no podrán regresar a las aulas.


Se trata de más del 10 por ciento del total de la matrícula en ese nivel, la cual ronda aproximadamente en 5 millones de estudiantes, entre licenciatura y posgrado.


En realidad, para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los impactos de la pandemia ya se habían hecho sentir durante el primer semestre de este año -durante el periodo que concluyó en agosto- al provocar que cerca de 305 mil estudiantes universitarios del país desertaran de sus carreras.


Desde la perspectiva de distintos especialistas, rectores y directores de facultades, lo anterior se debe principalmente a que la formación a nivel superior -en comparación con el nivel básico- conlleva una inversión mayor, independientemente de que se estudie en una institución pública o privada. Sin embargo, en un contexto de desempleo y/o reducción de sueldos, para muchos jóvenes no es fácil continuar con los estudios universitarios.


Cuando el padre o la madre de familia pierden el empleo o el sueldo se les disminuye, muchos jóvenes no sólo ven limitadas las oportunidades para continuar con su educación, sino que se enfrentan a la necesidad de buscar un trabajo -precario- para contribuir al sostenimiento familiar, a pesar de que esto implique abandonar o posponer los estudios.


Como ya lo hemos comentado en ocasiones anteriores, la pérdida del empleo, la reducción de los sueldos o la pauperización de éstos, no sólo afectan el bienestar de miles de familias mexicanas, particularmente en los sectores más vulnerables; sino también, tiene fuertes repercusiones en el ámbito educativo, que es uno de los pilares principales para mejorar las condiciones de vida de las personas y ampliar las oportunidades de un mejor futuro.


A pesar de que la mayoría de los análisis y diagnósticos en torno a las consecuencias de la Pandemia se han centrado mucho más en la educación básica, como ya vimos, la educación superior no está exenta de los impactos del Covid-19. En este nivel también hay rezagos e, igualmente, estudiantes con carencias. Nuevamente, el tema de la desigualdad aquí se hace patente.


En este punto, el PNUD cita a la Consultora EY-Parthenon, para quien el 94 % de los estudiantes de universidades privadas tiene conexión a internet de banda ancha, frente al 72 % de las universidades públicas.


Por lo que tiene que ver con el acceso a dispositivos adecuados para estudiar en línea, la correlación también es desigual: el 55 % de estudiantes de universidades privadas cuenta con su propia computadora o tableta, mientras que la proporción en los alumnos de universidades públicas es solamente del 20 por ciento.


Ante esto, es importante destacar la iniciativa del rector de la UNAM, Enrique Graue, de poner en marcha en este ciclo 2020-2021 un programa de préstamo de computadoras, así como el acondicionamiento de instalaciones con conectividad para que las y los estudiantes puedan contar con internet gratuito y acceder a sus clases a distancia.


Ojalá que a estas acciones se pudieran sumar los esfuerzos de otros sectores de la sociedad y de esta forma potenciar los apoyos a favor de la educación de estos jóvenes. Es importante contar con su respuesta.


Ojalá que cada uno de nosotros tenga presente lo anterior. Seguramente encontraremos alguna forma de apoyar a los estudiantes universitarios. Por lo menos, la Pandemia debe despertar la solidaridad, la sensibilidad y el compromiso por parte de la sociedad.


Tengamos presente que se trata de alumnos que se encuentran, unos, en el último tramo de su formación y, otros, a punto de cumplir el sueño de contar con una profesión.


Estoy seguro de que podemos contribuir a evitar que las aspiraciones de miles de jóvenes queden truncadas.



Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Esta semana, cerca de 350 mil estudiantes de los distintos planteles y facultades de la UNAM, iniciaron vía remota el nuevo ciclo escolar 2020-2021. De esta forma, se garantiza la continuidad de los estudios y el cuidado de la salud de todos los miembros de la comunidad universitaria ante la Pandemia.


El conjunto de instituciones de educación superior como el IPN, la UAM, la UPN y las Universidades Públicas Estatales, entre otras más, también han reiniciado sus respectivos ciclos escolares de manera escalonada entre los meses de agosto y septiembre.


Sin embargo, hay algo que no podemos pasar por alto. Apenas el mes pasado la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que, debido a la pandemia y sus efectos en el mercado laboral, más de medio millón de jóvenes mexicanos abandonarán la universidad y los estudios de posgrado para el ciclo que está iniciando. Son miles de estudiantes que, aunque quisieran, ya no podrán regresar a las aulas.


Se trata de más del 10 por ciento del total de la matrícula en ese nivel, la cual ronda aproximadamente en 5 millones de estudiantes, entre licenciatura y posgrado.


En realidad, para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los impactos de la pandemia ya se habían hecho sentir durante el primer semestre de este año -durante el periodo que concluyó en agosto- al provocar que cerca de 305 mil estudiantes universitarios del país desertaran de sus carreras.


Desde la perspectiva de distintos especialistas, rectores y directores de facultades, lo anterior se debe principalmente a que la formación a nivel superior -en comparación con el nivel básico- conlleva una inversión mayor, independientemente de que se estudie en una institución pública o privada. Sin embargo, en un contexto de desempleo y/o reducción de sueldos, para muchos jóvenes no es fácil continuar con los estudios universitarios.


Cuando el padre o la madre de familia pierden el empleo o el sueldo se les disminuye, muchos jóvenes no sólo ven limitadas las oportunidades para continuar con su educación, sino que se enfrentan a la necesidad de buscar un trabajo -precario- para contribuir al sostenimiento familiar, a pesar de que esto implique abandonar o posponer los estudios.


Como ya lo hemos comentado en ocasiones anteriores, la pérdida del empleo, la reducción de los sueldos o la pauperización de éstos, no sólo afectan el bienestar de miles de familias mexicanas, particularmente en los sectores más vulnerables; sino también, tiene fuertes repercusiones en el ámbito educativo, que es uno de los pilares principales para mejorar las condiciones de vida de las personas y ampliar las oportunidades de un mejor futuro.


A pesar de que la mayoría de los análisis y diagnósticos en torno a las consecuencias de la Pandemia se han centrado mucho más en la educación básica, como ya vimos, la educación superior no está exenta de los impactos del Covid-19. En este nivel también hay rezagos e, igualmente, estudiantes con carencias. Nuevamente, el tema de la desigualdad aquí se hace patente.


En este punto, el PNUD cita a la Consultora EY-Parthenon, para quien el 94 % de los estudiantes de universidades privadas tiene conexión a internet de banda ancha, frente al 72 % de las universidades públicas.


Por lo que tiene que ver con el acceso a dispositivos adecuados para estudiar en línea, la correlación también es desigual: el 55 % de estudiantes de universidades privadas cuenta con su propia computadora o tableta, mientras que la proporción en los alumnos de universidades públicas es solamente del 20 por ciento.


Ante esto, es importante destacar la iniciativa del rector de la UNAM, Enrique Graue, de poner en marcha en este ciclo 2020-2021 un programa de préstamo de computadoras, así como el acondicionamiento de instalaciones con conectividad para que las y los estudiantes puedan contar con internet gratuito y acceder a sus clases a distancia.


Ojalá que a estas acciones se pudieran sumar los esfuerzos de otros sectores de la sociedad y de esta forma potenciar los apoyos a favor de la educación de estos jóvenes. Es importante contar con su respuesta.


Ojalá que cada uno de nosotros tenga presente lo anterior. Seguramente encontraremos alguna forma de apoyar a los estudiantes universitarios. Por lo menos, la Pandemia debe despertar la solidaridad, la sensibilidad y el compromiso por parte de la sociedad.


Tengamos presente que se trata de alumnos que se encuentran, unos, en el último tramo de su formación y, otros, a punto de cumplir el sueño de contar con una profesión.


Estoy seguro de que podemos contribuir a evitar que las aspiraciones de miles de jóvenes queden truncadas.



Presidente de la Academia Mexicana de Educación.