/ domingo 4 de octubre de 2020

Entre piernas y telones | Hombruna

Hace poco más de 15 años descubrí a Richard Viqueira, fue en la obra Vencer al sensei, una maravilla de montaje que tuvo enorme aceptación; tanta que fue invitado a múltiples festivales, entre ellos el del lejano Egipto, donde recibió infinitos elogios.

Tan grande fue su éxito que dio pie a la puesta en escena Vencer al sensei turbo, y catapultó la carrera de Richard, a grado tal que desde aquel entonces este prolífico dramaturgo, director y actor no para de cosechar premios y reconocimientos por un trabajo siempre arriesgado, propositivo, innovador e inquietante.

Obras como El evangelio según Clark, Desvenar, 140, Por favor no manden riñones por correspondencia, Cuerdas, Monster truck, Careo y Psicoembutidos, son algunos de los montajes ligados a la fuerte presencia de Richard en la escena mexicana.

Ver un montaje en el que participe Richard (como intérprete, autor o director) es no saber con qué se va a encontrar uno. Donde nadie se imagina que hay un tema teatral, Richard lo encuentra, lo desarrolla, lo lleva al extremo y hace que el público (y supongo que antes los actores y el resto de su equipo creativo) alucinen con unas puestas en escena que siempre son inesperadas, y por lo regular maravillosas. Tal es el caso de Hombruna.

Muy merecido el honor de que sea esta obra haya sido seleccionada para la reapertura del teatro Helénico, cerrado por seis meses a consecuencia de la pandemia.

¡Qué gusto –de verdad— encontrarse con un trabajo teatral tan bien logrado, al 200%!

Vamos por partes: En el hoy lejano año de 2006, un escándalo acaparó todos los espacios en los medios de comunicación. La policía había detenido a Juana Barraza Samperio, bautizada por los reporteros como La mataviejitas.

Esa historia es la base del monólogo Hombruna, que cuenta la vida de ese “monstruo” acusado de quitar la vida a decenas de ancianas. Espantoso sí; sin embargo, Hombruna no se detiene sólo en ese hecho delictivo, sino que va más allá: su terrible infancia, su sufrimiento conyugal, su singular maternidad, su frustrado afán por convertirse en luchadora profesional…

La puesta en escena está llena de aciertos, uno tras otro, que fascinan y atrapan al espectador pues lo van envolviendo en un mundo complejo, en el que va descubriendo y colocando en su lugar, cada una de las piezas de este montaje-rompecabezas que se va armando ante sus ojos.

Una historia fascinante, una dramaturgia propositiva, una puesta en escena sorpresiva, una dirección creativa, un montaje inesperado y una actuación muy, muy, muy sólida… sería una manera de concretar lo que se aprecia y disfruta en Hombruna.

Y esa sólida actuación es trabajo de Valentina Garibay, quien además ocupa en esta propuesta el cada vez más común cargo de dramaturgista. Felicidades Valentina, gran trabajo.

Hombruna se presenta en el teatro Helénico (por cierto con extremas medidas de higiene para los espectadores) de viernes a domingo. No hay que perdérsela.

Hace poco más de 15 años descubrí a Richard Viqueira, fue en la obra Vencer al sensei, una maravilla de montaje que tuvo enorme aceptación; tanta que fue invitado a múltiples festivales, entre ellos el del lejano Egipto, donde recibió infinitos elogios.

Tan grande fue su éxito que dio pie a la puesta en escena Vencer al sensei turbo, y catapultó la carrera de Richard, a grado tal que desde aquel entonces este prolífico dramaturgo, director y actor no para de cosechar premios y reconocimientos por un trabajo siempre arriesgado, propositivo, innovador e inquietante.

Obras como El evangelio según Clark, Desvenar, 140, Por favor no manden riñones por correspondencia, Cuerdas, Monster truck, Careo y Psicoembutidos, son algunos de los montajes ligados a la fuerte presencia de Richard en la escena mexicana.

Ver un montaje en el que participe Richard (como intérprete, autor o director) es no saber con qué se va a encontrar uno. Donde nadie se imagina que hay un tema teatral, Richard lo encuentra, lo desarrolla, lo lleva al extremo y hace que el público (y supongo que antes los actores y el resto de su equipo creativo) alucinen con unas puestas en escena que siempre son inesperadas, y por lo regular maravillosas. Tal es el caso de Hombruna.

Muy merecido el honor de que sea esta obra haya sido seleccionada para la reapertura del teatro Helénico, cerrado por seis meses a consecuencia de la pandemia.

¡Qué gusto –de verdad— encontrarse con un trabajo teatral tan bien logrado, al 200%!

Vamos por partes: En el hoy lejano año de 2006, un escándalo acaparó todos los espacios en los medios de comunicación. La policía había detenido a Juana Barraza Samperio, bautizada por los reporteros como La mataviejitas.

Esa historia es la base del monólogo Hombruna, que cuenta la vida de ese “monstruo” acusado de quitar la vida a decenas de ancianas. Espantoso sí; sin embargo, Hombruna no se detiene sólo en ese hecho delictivo, sino que va más allá: su terrible infancia, su sufrimiento conyugal, su singular maternidad, su frustrado afán por convertirse en luchadora profesional…

La puesta en escena está llena de aciertos, uno tras otro, que fascinan y atrapan al espectador pues lo van envolviendo en un mundo complejo, en el que va descubriendo y colocando en su lugar, cada una de las piezas de este montaje-rompecabezas que se va armando ante sus ojos.

Una historia fascinante, una dramaturgia propositiva, una puesta en escena sorpresiva, una dirección creativa, un montaje inesperado y una actuación muy, muy, muy sólida… sería una manera de concretar lo que se aprecia y disfruta en Hombruna.

Y esa sólida actuación es trabajo de Valentina Garibay, quien además ocupa en esta propuesta el cada vez más común cargo de dramaturgista. Felicidades Valentina, gran trabajo.

Hombruna se presenta en el teatro Helénico (por cierto con extremas medidas de higiene para los espectadores) de viernes a domingo. No hay que perdérsela.