En el octavo aniversario luctuoso del marino Melquisedet Ángulo Córdoba y su honorable Familia, acaecidos víctimas del crimen organizado.
El pasado lunes, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, hizo declaraciones que el mayor número de las veces los servidores públicos se callan y prefieren no decir, ya sea porque no es popular o porque el tiempo político no es el adecuado. Pero el Primer Mandatario las hizo y las reacciones no se hicieron esperar.
“A veces se escuchan más las voces que vienen de la propia sociedad civil que condenan, que critican y que hacen bullying sobre el trabajo de las instituciones del Estado mexicano... Escuchamos, muchas veces, las voces que con valor y valentía son críticas a los esfuerzos vanos e ineficaces en el combate a la inseguridad, y muy pocas voces escuchamos cuando hay algo digno que reconocer en la tarea de las fuerzas de seguridad pública, en la tarea de las Fuerzas Armadas, que tienen que actuar cada vez con protocolos de mayor rigor, con absoluto respeto a los derechos humanos, y cuando se pone en duda que lo hayan hecho, nadie sale a hablar por ellas, nadie sale a defenderlas, nadie habla, respalda y apoya la buena actuación de las policías; las dejamos solas, las abandonamos”, fue lo que dijo el presidente Enrique Peña Nieto.
Hubo quienes tomaron estas declaraciones como una afrenta presidencial a la crítica y a la libertad de expresión, sin hacer -para variar- una autocrítica y reconocer aunque fuera algo de razón y de verdad en las afirmaciones presidenciales.
Esas voces que con frecuencia se escuchan para denunciar supuestas irregularidades en la actuación de las fuerzas de seguridad y procuración de justicia, así como posibles violaciones de derechos humanos, no son las mismas que se escuchan cuando hombres y mujeres que prestan sus servicios en alguna policía o Fuerzas Armadas son agredidos, linchados, incendiados, perseguidos, desaparecidos o asesinados; o cuando la supuesta violación de derechos humanos resultó en una invención y costó la libertad de personas inocentes; o cuando los servidores públicos cumplen eficazmente con su deber.
Ello refleja que las críticas, en ocasiones exacerbadas, responden más a intereses personales que a verdaderamente defender los derechos humanos. Después de todo, es más fácil y lucrativo asumir una posición sistemática de crítica y oposición, que tomarse el tiempo de analizar caso por caso y haciendo a un lado prejuicios e intereses personales, emitir opiniones más objetivas y valiosas para la Nación.
Hay quienes amparándose en la libertad de expresión y régimen democrático atacan, agreden e invaden la vida privada de los servidores públicos.
El Presidente de la República no se refería, considero, a desaparecer la crítica y solo elogiar y reconocer, sino a ser justos con quienes trabajan a diario por el bien no de un sector o de un grupo, sino de la sociedad mexicana en su conjunto.
El acoso a las instituciones públicas es real y constatable, basta con abrir las redes sociales para confirmar que la crítica sin fundamento es la constante y que los ataques irracionales.
Por el bien de la República y de la democracia, es necesario que la autocrítica forme parte de nuestra accionar, en aras de enriquecer el debate público y sobre todos, construir instituciones públicas más sólidas y
eficaces.
El presidente Enrique Peña Nieto tiene razón.
@jlcamachov
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