/ miércoles 17 de agosto de 2022

Guanajuato: terrorismo incendiario, pero no sin historia 

Luis Fernando Macías García, representante de Nosotrxs en Guanajuato

@NosotrxsMX


Unos minutos después de las 3 de la mañana del 10 de agosto, la autoridad de la Universidad de Guanajuato ordenaba la suspensión de clase en todos los planteles del estado incluyendo las preparatorias, otro tanto hizo la UNAM.

¿Qué sucedió? Una escalada de violencia manifestada en la quema de vehículos, tiendas de conveniencia y farmacias de reconocidas cadenas había estallado con una intensidad inaudita en las principales ciudades de un paso obligado para la comunicación del centro del estado: Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao, Guanajuato, León, en total 11 municipios en un corredor de aproximadamente 250 km, y también en el estado de Jalisco. Esto ocurrió durante aproximadamente 7 horas (entre 9 de la noche y 4 de la mañana).

Parecía una demostración de fuerza relacionada con un desvergonzado operativo fallido contra “altos mandos de algunas organizaciones criminales”. Sucedió, de manera casi espontánea (literalmente fue una llamara de petate o de combustión espontánea) paradójicamente el mutismo oficial primero, y después el protagonismo mediático, sepultaron bajo una pesada loza de silencio y simulación practicado por las autoridades civiles, militares, religiosas, académicas. En el entrecruzamiento de ambas lógicas, la negación abrumadora o el silencio exasperante se instalaron; la población en el desamparo. Lo disruptivo aquí es cotidiano, la vergüenza del estado fallido.

Gobernantes (incluyendo todos los poderes y niveles de gobierno), autoridades académicas y patrones frívolos con una procuración de justicia tenebrosa, acostumbrados al secuestro de la democracia en las instituciones y a la traición social, son corresponsables de la violencia. Ahí donde ocurrieron las “quemazones” la corrupción, el desgobierno y el empobrecimiento paulatino son cosa de todos los días y sólo se hizo más visible la noche del martes a miércoles.

La transgresión es lo que hay en Guanajuato: altísimos índices de asesinato, tasas superiores a la media nacional en deserción escolar, embarazo adolescente, violencia doméstica y, suicidio infantil, suicidio de mujeres en comunidades de alta movilidad migrante, acceso a drogas sintéticas en el medio rural, despojo de tierras, ecocidio, especulación con el suelo urbano,(urbanización sostenida por la corrupción) cuerpos policiacos, en el mejor de los casos mal equipados, y en el mayor coludidos y amafiados, y un gran etc.

Guanajuato, invisibilizado por sobre exposición, vive encerrado en la sórdida negación y en la indolencia. ¿Cómo es posible? Quizá porque esto no es un rayo de luz en un día sereno: cualquier guanajuatense sabe que:

  • Las personas que perpetraron los atentados terroristas ya están en la comunidad, viven en el estado, en de los barrios y las colonias, no se desplazan solamente desde afuera y han creado nuevos espacios

  • La vida rural está destrozada, imperan la violencia, el alcohol y la droga; el terror y la impunidad son también motivo y causa del fenómeno migratorio.

  • El crimen organizado es el “otro gobierno”. ya estaba aquí cohabitando con su alter unipartidista desde hace treinta años, ¿por qué tanta insistencia en negarlo?

  • La cultura de la delincuencia es aspiracional. Nuestra juventud está en un enorme riesgo.

  • Todo mundo en el barrio sabe quién vende droga, quién mata, quién consume, quién acosa, quién manda y quién es el corrupto.

  • La violación, el estupro, la muerte escandalosamente subregistrada de nuestros jóvenes a causa de la violencia, el feminicidio, el suicidio, las autolesiones y las adicciones son en verdad sintomáticas de un sufrimiento social, (estamos acostumbrados a escuchar que la plaza está caliente y en disputa; ¡no es completamente cierto!, ya estaban aquí hace varios años). Las malas decisiones y la corrupción del estado son la causa estructural.

Guanajuato es víctima, su complejo tejido socio cultural está secuestrado, el miedo nos hace espectadores desorganizados, empobrecidos, despojados, expulsados, negados y negadores, terrible el desafío de ser Nosotrxs.

Luis Fernando Macías García, representante de Nosotrxs en Guanajuato

@NosotrxsMX


Unos minutos después de las 3 de la mañana del 10 de agosto, la autoridad de la Universidad de Guanajuato ordenaba la suspensión de clase en todos los planteles del estado incluyendo las preparatorias, otro tanto hizo la UNAM.

¿Qué sucedió? Una escalada de violencia manifestada en la quema de vehículos, tiendas de conveniencia y farmacias de reconocidas cadenas había estallado con una intensidad inaudita en las principales ciudades de un paso obligado para la comunicación del centro del estado: Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao, Guanajuato, León, en total 11 municipios en un corredor de aproximadamente 250 km, y también en el estado de Jalisco. Esto ocurrió durante aproximadamente 7 horas (entre 9 de la noche y 4 de la mañana).

Parecía una demostración de fuerza relacionada con un desvergonzado operativo fallido contra “altos mandos de algunas organizaciones criminales”. Sucedió, de manera casi espontánea (literalmente fue una llamara de petate o de combustión espontánea) paradójicamente el mutismo oficial primero, y después el protagonismo mediático, sepultaron bajo una pesada loza de silencio y simulación practicado por las autoridades civiles, militares, religiosas, académicas. En el entrecruzamiento de ambas lógicas, la negación abrumadora o el silencio exasperante se instalaron; la población en el desamparo. Lo disruptivo aquí es cotidiano, la vergüenza del estado fallido.

Gobernantes (incluyendo todos los poderes y niveles de gobierno), autoridades académicas y patrones frívolos con una procuración de justicia tenebrosa, acostumbrados al secuestro de la democracia en las instituciones y a la traición social, son corresponsables de la violencia. Ahí donde ocurrieron las “quemazones” la corrupción, el desgobierno y el empobrecimiento paulatino son cosa de todos los días y sólo se hizo más visible la noche del martes a miércoles.

La transgresión es lo que hay en Guanajuato: altísimos índices de asesinato, tasas superiores a la media nacional en deserción escolar, embarazo adolescente, violencia doméstica y, suicidio infantil, suicidio de mujeres en comunidades de alta movilidad migrante, acceso a drogas sintéticas en el medio rural, despojo de tierras, ecocidio, especulación con el suelo urbano,(urbanización sostenida por la corrupción) cuerpos policiacos, en el mejor de los casos mal equipados, y en el mayor coludidos y amafiados, y un gran etc.

Guanajuato, invisibilizado por sobre exposición, vive encerrado en la sórdida negación y en la indolencia. ¿Cómo es posible? Quizá porque esto no es un rayo de luz en un día sereno: cualquier guanajuatense sabe que:

  • Las personas que perpetraron los atentados terroristas ya están en la comunidad, viven en el estado, en de los barrios y las colonias, no se desplazan solamente desde afuera y han creado nuevos espacios

  • La vida rural está destrozada, imperan la violencia, el alcohol y la droga; el terror y la impunidad son también motivo y causa del fenómeno migratorio.

  • El crimen organizado es el “otro gobierno”. ya estaba aquí cohabitando con su alter unipartidista desde hace treinta años, ¿por qué tanta insistencia en negarlo?

  • La cultura de la delincuencia es aspiracional. Nuestra juventud está en un enorme riesgo.

  • Todo mundo en el barrio sabe quién vende droga, quién mata, quién consume, quién acosa, quién manda y quién es el corrupto.

  • La violación, el estupro, la muerte escandalosamente subregistrada de nuestros jóvenes a causa de la violencia, el feminicidio, el suicidio, las autolesiones y las adicciones son en verdad sintomáticas de un sufrimiento social, (estamos acostumbrados a escuchar que la plaza está caliente y en disputa; ¡no es completamente cierto!, ya estaban aquí hace varios años). Las malas decisiones y la corrupción del estado son la causa estructural.

Guanajuato es víctima, su complejo tejido socio cultural está secuestrado, el miedo nos hace espectadores desorganizados, empobrecidos, despojados, expulsados, negados y negadores, terrible el desafío de ser Nosotrxs.