/ miércoles 16 de mayo de 2018

La boda real y las historias de amor fallidas...

Camino a Windsor, Inglaterra

La asignación puede sonar superficial: cubrir la boda del príncipe Harry y Meghan Markle el próximo 19 de mayo, pero la realidad es que todos los cuentos de hadas, especialmente en estos tiempos de tanto vaivén político, hacen falta y que la real boda inglesa tiene otros matices.

Mas allá de las peticiones de las amistades y compañeros de trabajo: “Ay, que no se te olvide traerme una taza, o una playera, cualquier cosa que diga Meghan y Harry, por favor” otros están interesados en la nueva cerveza para degustarse del 12 al 20 de mayo en Windsor… la “Windsor Knot” creada para los que serán los nuevos esposos hay otros detalles…

Me pongo a pensar en el cambio real de la monarquía inglesa y como la propia reina Isabel II ha cambiado con la boda de su nieto en comparación a las otras dos historias de amor que les dieron dolores de cabeza y pusieron en encrucijada a la Casa de Windsor…

Hace 81 años ya, del matrimonio del abdicado rey Eduardo VIII quien dejara para las crónicas históricas y para los grandes amores la frase con la que dejaba el trono inglés: “No puedo continuar con la misión sin el apoyo de la mujer que amo.”

Y esas líneas de la renuncia en 1936 fueron las que dieron cabida al nuevo rey, el entonces Duque de York a quien tocara ascender al trono y a su súbita muerte años después, sería la clave para que princesa Isabel, la primogénita, quien se convirtiera sin esperarlo, no solo en monarca, sino en la más longeva en el poder.

Los Windsor jamás perdonaron a la divorciada norteamericana Wallis Simpson que fuera la manzana de la discordia entre ellos y el rey que la amara por encima de cualquier cosa en la vida y quien por ella puso en peligro la institución real. Muchos la odiaron hasta su muerte

Pero la boda de Meghan Markle con el príncipe Harry evoca también otra crisis creada por el amor y la desigualdad entre la rancia aristocracia y los plebeyos…

Hace casi sesenta años de que la princesa Margarita, hermana de la reina tuviera que renunciar al amor del capitán Peter Townsend, no solo héroe de la guerra, piloto de combate de la Real Fuerza Aérea Inglesa, sino escudero de la madre de la reina Isabel y de quien la rebelde princesa de los grandes ojos verdes se enamoró perdidamente.

Townsend un divorciado puso contra la pared a la monarquía y tocó a Isabel II decidir el futuro de su hermana. Primero le dio como solución a corto tiempo que, como Margarita aún era menor de edad, tendría que esperar hasta cumplir los 25 años para casarse con Townsend.

Los periódicos y el público amaron desde el principio la historia de amor de la princesa con el plebeyo y divorciado: Le pedían “Margaret… cásate con Peter” Pero eso no sucedió porque a la mayoría de edad, la reina le puso a su hermana otras condiciones: perder el ingreso de la casa real, y estar fuera de Inglaterra cinco años, y no casarse porque para la iglesia el divorcio no existe.’’

En un documento escrito a mano y en lápiz, la princesa anunció que dejaba el amor por el deber de respetar a la iglesia.” Y no se casó con el hombre de su vida y a partir de ahí se dedicó a ser la rebelde de la familia, desafiando siempre la autoridad de su hermana.

Hoy otro rebelde, Harry, el nieto de la reina que decidió la historia se casa con una norteamericana, divorciada y plebeya… Lo que tanto rechazaron les llego décadas más tarde.

¿Cuál es la moraleja? Que nada está escrito y que, de los cambios, si se quiere sobrevivir en la vida, no se salva ni la más rancia aristocracia en este planeta, dispuesta hoy a decir: ¿divorciada, norteamericana, mayor que él? Mientras haya amor… ¡lo demás no importa.

Camino a Windsor, Inglaterra

La asignación puede sonar superficial: cubrir la boda del príncipe Harry y Meghan Markle el próximo 19 de mayo, pero la realidad es que todos los cuentos de hadas, especialmente en estos tiempos de tanto vaivén político, hacen falta y que la real boda inglesa tiene otros matices.

Mas allá de las peticiones de las amistades y compañeros de trabajo: “Ay, que no se te olvide traerme una taza, o una playera, cualquier cosa que diga Meghan y Harry, por favor” otros están interesados en la nueva cerveza para degustarse del 12 al 20 de mayo en Windsor… la “Windsor Knot” creada para los que serán los nuevos esposos hay otros detalles…

Me pongo a pensar en el cambio real de la monarquía inglesa y como la propia reina Isabel II ha cambiado con la boda de su nieto en comparación a las otras dos historias de amor que les dieron dolores de cabeza y pusieron en encrucijada a la Casa de Windsor…

Hace 81 años ya, del matrimonio del abdicado rey Eduardo VIII quien dejara para las crónicas históricas y para los grandes amores la frase con la que dejaba el trono inglés: “No puedo continuar con la misión sin el apoyo de la mujer que amo.”

Y esas líneas de la renuncia en 1936 fueron las que dieron cabida al nuevo rey, el entonces Duque de York a quien tocara ascender al trono y a su súbita muerte años después, sería la clave para que princesa Isabel, la primogénita, quien se convirtiera sin esperarlo, no solo en monarca, sino en la más longeva en el poder.

Los Windsor jamás perdonaron a la divorciada norteamericana Wallis Simpson que fuera la manzana de la discordia entre ellos y el rey que la amara por encima de cualquier cosa en la vida y quien por ella puso en peligro la institución real. Muchos la odiaron hasta su muerte

Pero la boda de Meghan Markle con el príncipe Harry evoca también otra crisis creada por el amor y la desigualdad entre la rancia aristocracia y los plebeyos…

Hace casi sesenta años de que la princesa Margarita, hermana de la reina tuviera que renunciar al amor del capitán Peter Townsend, no solo héroe de la guerra, piloto de combate de la Real Fuerza Aérea Inglesa, sino escudero de la madre de la reina Isabel y de quien la rebelde princesa de los grandes ojos verdes se enamoró perdidamente.

Townsend un divorciado puso contra la pared a la monarquía y tocó a Isabel II decidir el futuro de su hermana. Primero le dio como solución a corto tiempo que, como Margarita aún era menor de edad, tendría que esperar hasta cumplir los 25 años para casarse con Townsend.

Los periódicos y el público amaron desde el principio la historia de amor de la princesa con el plebeyo y divorciado: Le pedían “Margaret… cásate con Peter” Pero eso no sucedió porque a la mayoría de edad, la reina le puso a su hermana otras condiciones: perder el ingreso de la casa real, y estar fuera de Inglaterra cinco años, y no casarse porque para la iglesia el divorcio no existe.’’

En un documento escrito a mano y en lápiz, la princesa anunció que dejaba el amor por el deber de respetar a la iglesia.” Y no se casó con el hombre de su vida y a partir de ahí se dedicó a ser la rebelde de la familia, desafiando siempre la autoridad de su hermana.

Hoy otro rebelde, Harry, el nieto de la reina que decidió la historia se casa con una norteamericana, divorciada y plebeya… Lo que tanto rechazaron les llego décadas más tarde.

¿Cuál es la moraleja? Que nada está escrito y que, de los cambios, si se quiere sobrevivir en la vida, no se salva ni la más rancia aristocracia en este planeta, dispuesta hoy a decir: ¿divorciada, norteamericana, mayor que él? Mientras haya amor… ¡lo demás no importa.