/ jueves 7 de diciembre de 2017

La crisis de derechos humanos

Dentro de tres días, en todo el mundo se celebrará el Día de los Derechos Humanos. Desafortunadamente, es un hecho que ningún grupo y ningún sector de nuestra sociedad está salvo de la protección de sus derechos humanos y ni de la defensa de su dignidad.

Mujeres, hombres, niñas y niños, jóvenes, adultos mayores, indígenas, discapacitados, transgénero, obreros, trabajadores del campo y personas en situación de pobreza, entre otros, sufren de manera cotidiana violencia, exclusión, explotación, discriminación, tortura, maltrato y muchas prácticas más. La legítima aspiración de vivir en una sociedad con igualdad de oportunidades para todos y respeto pleno a los derechos humanos aún está muy lejos de alcanzarse. Los desafíos por resolver verdaderamente son enormes.

Basta con mencionar algunos de los casos más dramáticos de violación a los derechos humanos que prácticamente han pasado a ser parte de nuestra vida cotidiana; sin embargo, no por eso debemos caer en la indiferencia:

Con motivo del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” celebrado hace un par de semanas, nos enteramos que el feminicidio va en aumento en nuestro país; tan sólo en el año 2016 fueron asesinadas 2,813 mujeres, esto representa un incremento del 18 por ciento respecto al año anterior. Por si esto fuera poco, un alto porcentaje de mujeres es víctima de violencia y discriminación en el ámbito laboral e incluso en el hogar.

Pero el drama no sólo es de las mujeres, también las niñas, niños y adolescentes viven en riesgo permanente. Para todos ellos, la principal amenaza es el alarmante número de desapariciones. Vivimos el sexenio con el registro más alto, son 5 mil 332 menores de quienes no se sabe nada. Más grave es todavía, que seis de cada diez, son niñas y mujeres adolescentes, cuyas familias no sólo viven la angustia por la desaparición de sus hijos, sino que además son víctimas del tortuoso camino que les impone un sistema de justicia ineficaz, corrupto y con una deficiente profesionalización de policías, jueces y ministerios públicos.

A lo anterior, habría que sumar una extensa lista de detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, personas desplazadas por la violencia y discriminación en contra de indígenas.

Con justa razón, para la organización Amnistía Internacional, México vive una de las peores crisis en esta materia y esto se debe en gran medida al grado de impunidad, corrupción y violencia al que ha llegado el país.

El hecho es que, para millones de mexicanos, el respeto a los derechos humanos es inexistente y las autoridades han mostrado una total incapacidad para garantizar su cumplimiento.

Para otros tantos millones de mexicanos más, también está muy lejos la posibilidad de ejercer su derecho humano a un empleo, con un salario digno y seguridad social, a salud y educación de calidad, al debido proceso, al acceso a internet, a un entorno de paz, a un medio ambiente sano y ya no se diga del derecho a la protección de los datos personales.

Para este próximo 10 de diciembre, cualquier mensaje o cualquier discurso, estará muy lejos de renovar la tranquilidad e integridad de millones de mujeres y hombres, de todas las edades, que viven en carne propia la violación a sus derechos humanos.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación, A.C.

Dentro de tres días, en todo el mundo se celebrará el Día de los Derechos Humanos. Desafortunadamente, es un hecho que ningún grupo y ningún sector de nuestra sociedad está salvo de la protección de sus derechos humanos y ni de la defensa de su dignidad.

Mujeres, hombres, niñas y niños, jóvenes, adultos mayores, indígenas, discapacitados, transgénero, obreros, trabajadores del campo y personas en situación de pobreza, entre otros, sufren de manera cotidiana violencia, exclusión, explotación, discriminación, tortura, maltrato y muchas prácticas más. La legítima aspiración de vivir en una sociedad con igualdad de oportunidades para todos y respeto pleno a los derechos humanos aún está muy lejos de alcanzarse. Los desafíos por resolver verdaderamente son enormes.

Basta con mencionar algunos de los casos más dramáticos de violación a los derechos humanos que prácticamente han pasado a ser parte de nuestra vida cotidiana; sin embargo, no por eso debemos caer en la indiferencia:

Con motivo del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” celebrado hace un par de semanas, nos enteramos que el feminicidio va en aumento en nuestro país; tan sólo en el año 2016 fueron asesinadas 2,813 mujeres, esto representa un incremento del 18 por ciento respecto al año anterior. Por si esto fuera poco, un alto porcentaje de mujeres es víctima de violencia y discriminación en el ámbito laboral e incluso en el hogar.

Pero el drama no sólo es de las mujeres, también las niñas, niños y adolescentes viven en riesgo permanente. Para todos ellos, la principal amenaza es el alarmante número de desapariciones. Vivimos el sexenio con el registro más alto, son 5 mil 332 menores de quienes no se sabe nada. Más grave es todavía, que seis de cada diez, son niñas y mujeres adolescentes, cuyas familias no sólo viven la angustia por la desaparición de sus hijos, sino que además son víctimas del tortuoso camino que les impone un sistema de justicia ineficaz, corrupto y con una deficiente profesionalización de policías, jueces y ministerios públicos.

A lo anterior, habría que sumar una extensa lista de detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, personas desplazadas por la violencia y discriminación en contra de indígenas.

Con justa razón, para la organización Amnistía Internacional, México vive una de las peores crisis en esta materia y esto se debe en gran medida al grado de impunidad, corrupción y violencia al que ha llegado el país.

El hecho es que, para millones de mexicanos, el respeto a los derechos humanos es inexistente y las autoridades han mostrado una total incapacidad para garantizar su cumplimiento.

Para otros tantos millones de mexicanos más, también está muy lejos la posibilidad de ejercer su derecho humano a un empleo, con un salario digno y seguridad social, a salud y educación de calidad, al debido proceso, al acceso a internet, a un entorno de paz, a un medio ambiente sano y ya no se diga del derecho a la protección de los datos personales.

Para este próximo 10 de diciembre, cualquier mensaje o cualquier discurso, estará muy lejos de renovar la tranquilidad e integridad de millones de mujeres y hombres, de todas las edades, que viven en carne propia la violación a sus derechos humanos.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación, A.C.