/ domingo 11 de julio de 2021

¿La nueva normalidad es la nueva agresividad?

Por Constanza García Gentil

Con la cantidad de personas vacunadas contra COVID-19 aumentando y actividades como clases presenciales y viajes siendo retomadas, no está de más preguntarse qué representa en realidad el futuro de la “nueva normalidad” en términos sociales, y qué significará para las actividades sociales colectivas. ¿Cómo será esta reincorporación en términos humanos?

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA por sus siglas en inglés) ha propuesto más de $ 682,000 dólares en multas desde el 1 de enero de 2021 a raíz de los 3,271 incidentes violentos en vuelos en EE.UU. que se han reportado.

Desde la negación de pasajeros a usar cubrebocas (alrededor de 2,475 de los incidentes son relacionados con esto) hasta agresiones físicas hacia el personal de las aerolíneas o a otros pasajeros, estos fenómenos se han vuelto cada vez más comunes. Este problema ha escalado de tal manera que Representantes de la Cámara han cuestionado al Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, sobre las medidas que se tomarán para atender este problema.

Sin embargo, estos comportamientos podrían ser solo un primer vistazo a la verdadera complejidad que implica la reintegración a la sociedad. Después de más de un año de aislamiento, el reincorporar la interacción social al día a día de una manera pacífica podría ser más complicado de lo que creemos.

En un inicio, se nos indujo a formar una especie de lógica binaria en la que quedarnos en casa era lo mejor para nosotros y nuestra comunidad. De alguna manera, durante esta época turbulenta, nuestro cerebro procesó el estar en casa como “bueno”, y el salir de ella como “malo”.

Muchos de los comportamientos violentos durante los tiempos de pandemia responden al profundo miedo y ansiedad que han resultado del aislamiento y la crisis. Lo que podríamos estar atestiguando son los efectos de un estrés postraumático colectivo altamente reaccionario, que podría cambiar la esencia de ciertas actividades durante un tiempo indefinido.

Los incidentes que aquí se mencionan se refieren específicamente a fenómenos que tuvieron lugar en aviones, pero podrían aplicarse a esencialmente cualquier experiencia colectiva.

El COVID-19 trajo incertidumbre desde su aparición. En aspectos como la economía y ocupación hospitalaria, podemos utilizar modelos para obtener aunque sea un pronóstico de la magnitud del daño.

Sin embargo, los humanos y sus reacciones no se pueden predecir de esta forma. ¿Qué tan profundamente habrá afectado el aislamiento social a lo que conocemos por convivencia? ¿Cómo se manifestarán al pasar de los años los efectos psicológicos de la crisis? ¿Qué impacto podría tener en la economía, la política y la cultura laboral?

La ruptura generada en el tejido social es mucho más profunda de lo que la superficie permite ver en este momento.

Como muchos episodios de la historia, esta crisis solo se podrá observar con claridad desde la distancia. Solo el tiempo podrá decirnos cómo se manifestará en el futuro, y cuál será su verdadera magnitud en lo que conocemos por convivencia humana.


Twitter: @cons_gentil


Por Constanza García Gentil

Con la cantidad de personas vacunadas contra COVID-19 aumentando y actividades como clases presenciales y viajes siendo retomadas, no está de más preguntarse qué representa en realidad el futuro de la “nueva normalidad” en términos sociales, y qué significará para las actividades sociales colectivas. ¿Cómo será esta reincorporación en términos humanos?

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA por sus siglas en inglés) ha propuesto más de $ 682,000 dólares en multas desde el 1 de enero de 2021 a raíz de los 3,271 incidentes violentos en vuelos en EE.UU. que se han reportado.

Desde la negación de pasajeros a usar cubrebocas (alrededor de 2,475 de los incidentes son relacionados con esto) hasta agresiones físicas hacia el personal de las aerolíneas o a otros pasajeros, estos fenómenos se han vuelto cada vez más comunes. Este problema ha escalado de tal manera que Representantes de la Cámara han cuestionado al Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, sobre las medidas que se tomarán para atender este problema.

Sin embargo, estos comportamientos podrían ser solo un primer vistazo a la verdadera complejidad que implica la reintegración a la sociedad. Después de más de un año de aislamiento, el reincorporar la interacción social al día a día de una manera pacífica podría ser más complicado de lo que creemos.

En un inicio, se nos indujo a formar una especie de lógica binaria en la que quedarnos en casa era lo mejor para nosotros y nuestra comunidad. De alguna manera, durante esta época turbulenta, nuestro cerebro procesó el estar en casa como “bueno”, y el salir de ella como “malo”.

Muchos de los comportamientos violentos durante los tiempos de pandemia responden al profundo miedo y ansiedad que han resultado del aislamiento y la crisis. Lo que podríamos estar atestiguando son los efectos de un estrés postraumático colectivo altamente reaccionario, que podría cambiar la esencia de ciertas actividades durante un tiempo indefinido.

Los incidentes que aquí se mencionan se refieren específicamente a fenómenos que tuvieron lugar en aviones, pero podrían aplicarse a esencialmente cualquier experiencia colectiva.

El COVID-19 trajo incertidumbre desde su aparición. En aspectos como la economía y ocupación hospitalaria, podemos utilizar modelos para obtener aunque sea un pronóstico de la magnitud del daño.

Sin embargo, los humanos y sus reacciones no se pueden predecir de esta forma. ¿Qué tan profundamente habrá afectado el aislamiento social a lo que conocemos por convivencia? ¿Cómo se manifestarán al pasar de los años los efectos psicológicos de la crisis? ¿Qué impacto podría tener en la economía, la política y la cultura laboral?

La ruptura generada en el tejido social es mucho más profunda de lo que la superficie permite ver en este momento.

Como muchos episodios de la historia, esta crisis solo se podrá observar con claridad desde la distancia. Solo el tiempo podrá decirnos cómo se manifestará en el futuro, y cuál será su verdadera magnitud en lo que conocemos por convivencia humana.


Twitter: @cons_gentil