La disrupción de clases presenciales, eventos académicos y demás servicios escolares por el Covid-19 ha sido global al afectar a mil 500 millones de estudiantes (UNESCO). No así la respuesta de las diversas autoridades para ofrecer opciones de continuidad en la instrucción de millones de personas, especialmente los más jóvenes, generando un trastorno educativo sin precedentes. Afortunadamente, no es el caso de México.
El Sistema Educativo Nacional es el quinto más numeroso del mundo y evidentemente los retos que enfrenta son de gran magnitud y complejidad, pues de la noche a la mañana 28 millones de alumnos vieron que la escuela y el hogar se convirtieron en el mismo lugar, con las ventajas y desventajas que ello representa.
Las autoridades educativas encabezadas por Esteban Moctezuma Barragán implementaron el programa “Aprende en Casa”, el cual, partiendo de las diferencias imperantes en la geografía del territorio nacional, contempla diversas plataformas para acceder a los contenidos, tales como Internet, televisión y radio, teniendo como piedra angular los 194 millones de ejemplares de libros de texto gratuitos distribuidos en las 32 entidades federativas a todos los estudiantes de educación básica.
Se dice fácil, pero México es uno de los pocos países que cuenta con ese ecualizador que representa el libro de texto, fruto de la visión de múltiples generaciones de mexicanos que idearon un instrumento insustituible para el aprendizaje en México y que al paso de los años se ha perfeccionado y consolidado.
De acuerdo con autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hasta el momento la utilización de “Aprende en Casa” registra 11 millones de estudiantes participando en sus actividades, así como cerca de un millón de docentes, directivos y supervisores participando, lo cual constituye un logro sin precedentes en la historia educativa nacional.
Para ningún sistema educativo público ni privado del mundo la realidad del aprendizaje en línea ha estado exento de desafíos, pues además de obstáculos tecnológicos, inevitables distracciones y las interrupciones de señal, la labor directa del docente es insustituible, por lo que los padres y madres de familia han tenido que intervenir en la educación de sus hijos, demostrando que la educación sí es una prioridad no sólo para autoridades, sino también para las familias.
Esta contingencia nos obliga a revalorar la labor insigne de las y los docentes de México, quienes con preparación, sensibilidad y capacidad instruyen a millones de dicentes todos los días, siendo insustituibles.
A través de estas herramientas y acciones es que la SEP ha evitado que la contingencia de salud y económica se traduzca en un trastorno educativo, creando las opciones y los canales materialmente posibles para que millones de niñas, niños y jóvenes no interrumpan su preparación y desarrollen la resiliencia que requieren las actuales circunstancias de México y el mundo.
Seguramente en las siguientes semanas esos 11 millones se incrementarán y comprobarán la valía de la herramienta.