/ jueves 12 de julio de 2018

Morena catapultado y gobernantes desplomados

En tan sólo tres años ha habido un radical cambio en las preferencias electorales. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Cómo se dio el 1° de julio un cataclismo electoral tan arrasador de los tradicionales partidos? Tanto el PRI como el PAN y el PRD han sufrido un enorme retroceso en sus posiciones de gobierno, mientras que el absoluto triunfador y gran beneficiario del radical giro electoral ha sido Morena, el partido plenamente dominado por AMLO.

Hace tan sólo tres años, en julio de 2015, Morena obtuvo apenas poco más del 8% de la votación, y ahora ha dado un tan gigantesco como inusitado salto en las preferencias electorales para alcanzar el 53% de los sufragios en coalición. En abierto contraste los tradicionales partidos mayoritarios, el PRI, el PAN y el PRD han experimentado demoledores retrocesos.

Para la Cámara de Diputados en 2015, Morena obtuvo apenas el 8.37% de la votación, en tanto que el PAN alcanzó un 20.89% y el PRI el 29.10%. Hace tres años Morena ganó sólo en 14 distritos y junto con la representación proporcional alcanzó 35 curules. Hoy Morena saltó hasta 185 curules, pero en realidad detenta un predominio mucho mayor en virtud de que muchos de los candidatos vencedores registrados por el Partido del Trabajo (PT) y por el Partido Encuentro Social (PES) son en verdad militantes de Morena.

En abierto contraste con el abrumador triunfo de Morena, nos encontramos con que el PRI que en 2015 alcanzó 203 curules, hoy se derrumbó y apenas alcanzará unas 47 diputaciones y de haber ocupado el primer lugar hace tres años ahora cayó hasta el quinto lugar, superado por Morena, PAN, PT y PES. Por su lado el PAN que había logrado 109 curules en la última elección federal, ahora ocupará únicamente 83. El PRD que detentaba el tercer lugar con 61 diputaciones, ahora cayó hasta el séptimo lugar con tan sólo 21 curules.

No deja de ser asombrosa la victoria de Morena que no tenía asentamiento, estructura o raigambre alguna en el norte del país y sin embargo conquistó allí arrolladoras victorias. Por ejemplo, en la tradicionalmente panista Baja California, Morena logró carro completo al vencer en las 5 alcaldías y las 4 diputaciones federales en disputa. También en el Estado de Hidalgo, tradicional e inexpugnable bastión del PRI, donde hace tres años una vez más el tricolor se llevó las 7 diputaciones, ahora las perdió todas frente a la coalición de AMLO.

De los 22 congresos locales que se renovaron el domingo pasado la aplanadora de Morena parece que logrará mayoría en 16 y en los restantes 6 detentará la segunda mayoría. Podemos vislumbrar que las reformas constitucionales se encuentran cercanas del alcance de la coalición de AMLO. Es cierto que existe una enorme inconformidad con los gobiernos, que predominan inseguridad, corrupción e impunidad, pero de ninguna manera se trata de fenómenos novedosos, que expliquen un cambio tan radical en tan sólo 3 años y que además se le dé tanto poder a alguien que ha formado parte destacada de esa punible e ineficiente cúpula gobernante.

Es difícil encontrar una explicación plenamente convincente a este radical vuelco en las preferencias electorales, pero lo que se puede apreciar es que hay una tan creciente como esperanzadora intolerancia de la sociedad contra la ineptitud y la corrupción gubernamentales y que el electorado se ha vuelto cada vez más volátil y dispuesto a utilizar las elecciones como instrumento de castigo.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell

En tan sólo tres años ha habido un radical cambio en las preferencias electorales. ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Cómo se dio el 1° de julio un cataclismo electoral tan arrasador de los tradicionales partidos? Tanto el PRI como el PAN y el PRD han sufrido un enorme retroceso en sus posiciones de gobierno, mientras que el absoluto triunfador y gran beneficiario del radical giro electoral ha sido Morena, el partido plenamente dominado por AMLO.

Hace tan sólo tres años, en julio de 2015, Morena obtuvo apenas poco más del 8% de la votación, y ahora ha dado un tan gigantesco como inusitado salto en las preferencias electorales para alcanzar el 53% de los sufragios en coalición. En abierto contraste los tradicionales partidos mayoritarios, el PRI, el PAN y el PRD han experimentado demoledores retrocesos.

Para la Cámara de Diputados en 2015, Morena obtuvo apenas el 8.37% de la votación, en tanto que el PAN alcanzó un 20.89% y el PRI el 29.10%. Hace tres años Morena ganó sólo en 14 distritos y junto con la representación proporcional alcanzó 35 curules. Hoy Morena saltó hasta 185 curules, pero en realidad detenta un predominio mucho mayor en virtud de que muchos de los candidatos vencedores registrados por el Partido del Trabajo (PT) y por el Partido Encuentro Social (PES) son en verdad militantes de Morena.

En abierto contraste con el abrumador triunfo de Morena, nos encontramos con que el PRI que en 2015 alcanzó 203 curules, hoy se derrumbó y apenas alcanzará unas 47 diputaciones y de haber ocupado el primer lugar hace tres años ahora cayó hasta el quinto lugar, superado por Morena, PAN, PT y PES. Por su lado el PAN que había logrado 109 curules en la última elección federal, ahora ocupará únicamente 83. El PRD que detentaba el tercer lugar con 61 diputaciones, ahora cayó hasta el séptimo lugar con tan sólo 21 curules.

No deja de ser asombrosa la victoria de Morena que no tenía asentamiento, estructura o raigambre alguna en el norte del país y sin embargo conquistó allí arrolladoras victorias. Por ejemplo, en la tradicionalmente panista Baja California, Morena logró carro completo al vencer en las 5 alcaldías y las 4 diputaciones federales en disputa. También en el Estado de Hidalgo, tradicional e inexpugnable bastión del PRI, donde hace tres años una vez más el tricolor se llevó las 7 diputaciones, ahora las perdió todas frente a la coalición de AMLO.

De los 22 congresos locales que se renovaron el domingo pasado la aplanadora de Morena parece que logrará mayoría en 16 y en los restantes 6 detentará la segunda mayoría. Podemos vislumbrar que las reformas constitucionales se encuentran cercanas del alcance de la coalición de AMLO. Es cierto que existe una enorme inconformidad con los gobiernos, que predominan inseguridad, corrupción e impunidad, pero de ninguna manera se trata de fenómenos novedosos, que expliquen un cambio tan radical en tan sólo 3 años y que además se le dé tanto poder a alguien que ha formado parte destacada de esa punible e ineficiente cúpula gobernante.

Es difícil encontrar una explicación plenamente convincente a este radical vuelco en las preferencias electorales, pero lo que se puede apreciar es que hay una tan creciente como esperanzadora intolerancia de la sociedad contra la ineptitud y la corrupción gubernamentales y que el electorado se ha vuelto cada vez más volátil y dispuesto a utilizar las elecciones como instrumento de castigo.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell