/ jueves 25 de noviembre de 2021

Mujeres y aliados construyendo paz

Por Eunice Rendón


Desde hace 4 décadas, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional en contra de la Violencia de Género. Se busca visibilizar, sensibilizar, denunciar y erradicar la violencia que sufren las niñas y las mujeres en todo el mundo. Dicho acto tiene origen en el movimiento feminista latinoamericano y en la protesta contra la violencia de género en memoria de las hermanas Mirabal, importantes activistas de República Dominicana que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por el dictador Rafael L. Trujillo el 25 de noviembre de 1960, generando numerosas manifestaciones en la región y convirtiéndolas en un símbolo latinoamericano clave.

Este día, más allá del simbolismo, debe servir para dejarnos claro que todos los días debemos trabajar en contra de cualquier tipo de violencia en contra de las niñas y mujeres. Prácticamente la mitad de la población mundial es mujer (49.6%, según cifras del Banco Mundial, 2020) y tristemente, según datos de la ONU, a nivel global, una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual y en algunos países esta proporción aumenta a 7 de cada 10. Asimismo, a pesar de los avances, persisten importantes brechas en materia de oportunidades educativas, económicas y sociales para las niñas y las mujeres.

En el caso de México, tenemos un grave problema de violencia familiar y de género, que además ha ido en aumento. De 2015 a la fecha se ha triplicado la cifra de feminicidios, siendo agosto de 2021, con 105 casos, el mes con la cifra más alta de desde que se realiza el registro. Cada día 10 mujeres son asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, 6 de cada 10 han sido violentadas a lo largo de la vida y en 4 de cada 10 casos los victimarios han sido personas del entorno cercano, como familiares y parejas. Además, debemos considerar que en la mayoría de los casos estas conductas no se denuncian, debido al miedo, la vergüenza, los patrones culturales y la dependencia económica. Al respecto, el INEGI señala que en México 90.6% de las mujeres que experimentan violencia física o sexual en el ámbito familiar, no solicitan apoyo ni levantan una queja o denuncia.

Los retos no son menores y desafortunadamente la pandemia, el encierro y la crisis económica, han obligado a muchas mujeres a permanecer encerradas con sus victimarios, aumentando así, la frecuencia y el número de episodios de violencia en su contra. Asimismo, la emergencia sanitaria ha alentado los estereotipos de género, ya que hubo mujeres y niñas que tuvieron que abandonar o descuidar su trabajo o la escuela, para dedicarle más tiempo a las labores del hogar, tareas que algunos consideran todavía responsabilidad del sexo femenino.

Aún queda mucho por hacer para visibilizar, sensibilizar y actuar en contra de la violencia de género. Sin embargo, hemos avanzado. En los últimos años, los medios de comunicación, sociedad civil, sector privado y público se han ido sumado a la causa para construir un mundo más empático, sin estereotipos ni costumbres machistas y patriarcales que nos afectan a todos. Que quede claro, la violencia de género afecta a toda la sociedad, no solo a las mujeres. Afecta a los hijos, familiares y cercanos de las víctimas, pero también a sus comunidades y países, genera numerosas víctimas colaterales y gastos en materia de salud y justicia al tiempo de restar participación y productividad.

También, que sirva este día para reconocer a todas las personas que trabajan por transformar esta realidad, particularmente a las mujeres y comunidades que han decidido poner manos a la obra para cambiar la situación y construir la paz desde sus localidades.

Conozco y reconozco el trabajo de las Mujeres Constructoras de Paz en Riberas del Bravo y Urbivillas del Prado, al sur de Ciudad Juárez, Chihuahua; en diversos municipios de la Costa, la Mixteca y el centro de Oaxaca; así como en la colonia Modelo, en Nezahualcóyotl y la Tierra y Libertad en Naucalpan, en el Estado de México. Todas ellas, en conjunto con instancias de los tres órdenes de gobierno se han organizado, capacitado y trabajado en equipo con hombres y niños, aliados en la causa, para desaprender conductas machistas, transformar estereotipos de género e impulsar el cambio en su entorno físico y social con perspectiva de género, a través de la organización vecinal, recorridos exploratorios conjuntos, la resolución pacífica del conflicto y el dialogo comunitario.

Que sirvan de ejemplo y motiven a muchos más a ser los actores más importantes del cambio.

Experta en seguridad y migración e integrante de la Comisión Ejecutiva de Nosotrxs; @EuniceRendon @NosotrxsMX

Por Eunice Rendón


Desde hace 4 décadas, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional en contra de la Violencia de Género. Se busca visibilizar, sensibilizar, denunciar y erradicar la violencia que sufren las niñas y las mujeres en todo el mundo. Dicho acto tiene origen en el movimiento feminista latinoamericano y en la protesta contra la violencia de género en memoria de las hermanas Mirabal, importantes activistas de República Dominicana que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por el dictador Rafael L. Trujillo el 25 de noviembre de 1960, generando numerosas manifestaciones en la región y convirtiéndolas en un símbolo latinoamericano clave.

Este día, más allá del simbolismo, debe servir para dejarnos claro que todos los días debemos trabajar en contra de cualquier tipo de violencia en contra de las niñas y mujeres. Prácticamente la mitad de la población mundial es mujer (49.6%, según cifras del Banco Mundial, 2020) y tristemente, según datos de la ONU, a nivel global, una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual y en algunos países esta proporción aumenta a 7 de cada 10. Asimismo, a pesar de los avances, persisten importantes brechas en materia de oportunidades educativas, económicas y sociales para las niñas y las mujeres.

En el caso de México, tenemos un grave problema de violencia familiar y de género, que además ha ido en aumento. De 2015 a la fecha se ha triplicado la cifra de feminicidios, siendo agosto de 2021, con 105 casos, el mes con la cifra más alta de desde que se realiza el registro. Cada día 10 mujeres son asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, 6 de cada 10 han sido violentadas a lo largo de la vida y en 4 de cada 10 casos los victimarios han sido personas del entorno cercano, como familiares y parejas. Además, debemos considerar que en la mayoría de los casos estas conductas no se denuncian, debido al miedo, la vergüenza, los patrones culturales y la dependencia económica. Al respecto, el INEGI señala que en México 90.6% de las mujeres que experimentan violencia física o sexual en el ámbito familiar, no solicitan apoyo ni levantan una queja o denuncia.

Los retos no son menores y desafortunadamente la pandemia, el encierro y la crisis económica, han obligado a muchas mujeres a permanecer encerradas con sus victimarios, aumentando así, la frecuencia y el número de episodios de violencia en su contra. Asimismo, la emergencia sanitaria ha alentado los estereotipos de género, ya que hubo mujeres y niñas que tuvieron que abandonar o descuidar su trabajo o la escuela, para dedicarle más tiempo a las labores del hogar, tareas que algunos consideran todavía responsabilidad del sexo femenino.

Aún queda mucho por hacer para visibilizar, sensibilizar y actuar en contra de la violencia de género. Sin embargo, hemos avanzado. En los últimos años, los medios de comunicación, sociedad civil, sector privado y público se han ido sumado a la causa para construir un mundo más empático, sin estereotipos ni costumbres machistas y patriarcales que nos afectan a todos. Que quede claro, la violencia de género afecta a toda la sociedad, no solo a las mujeres. Afecta a los hijos, familiares y cercanos de las víctimas, pero también a sus comunidades y países, genera numerosas víctimas colaterales y gastos en materia de salud y justicia al tiempo de restar participación y productividad.

También, que sirva este día para reconocer a todas las personas que trabajan por transformar esta realidad, particularmente a las mujeres y comunidades que han decidido poner manos a la obra para cambiar la situación y construir la paz desde sus localidades.

Conozco y reconozco el trabajo de las Mujeres Constructoras de Paz en Riberas del Bravo y Urbivillas del Prado, al sur de Ciudad Juárez, Chihuahua; en diversos municipios de la Costa, la Mixteca y el centro de Oaxaca; así como en la colonia Modelo, en Nezahualcóyotl y la Tierra y Libertad en Naucalpan, en el Estado de México. Todas ellas, en conjunto con instancias de los tres órdenes de gobierno se han organizado, capacitado y trabajado en equipo con hombres y niños, aliados en la causa, para desaprender conductas machistas, transformar estereotipos de género e impulsar el cambio en su entorno físico y social con perspectiva de género, a través de la organización vecinal, recorridos exploratorios conjuntos, la resolución pacífica del conflicto y el dialogo comunitario.

Que sirvan de ejemplo y motiven a muchos más a ser los actores más importantes del cambio.

Experta en seguridad y migración e integrante de la Comisión Ejecutiva de Nosotrxs; @EuniceRendon @NosotrxsMX