/ miércoles 2 de octubre de 2019

Nosotrxs somos todas

Por: Elisa Romano Zavala

El viernes 16 de agosto, muchas mujeres se concentraron y marcharon en distintos estados de la República para exigir el respeto de sus derechos humanos. Marcharon por las mujeres víctimas de un Estado que se ha olvidado de ellas, pero más aún, marcharon por las mujeres que aún no lo padecen directamente, para que no tengan que hacerlo.

En respuesta a esto, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, lanzó el “Plan de Acción Inmediata de Atención a la Violencia contra las Mujeres”, que comprende 5 ejes de acción: transporte público, iluminación de espacios públicos, capacitación de funcionarios, centros de atención a mujeres víctimas de violencia y campañas de comunicación. Entró en acción con el inicio del mes patrio y finaliza en diciembre con una propuesta de trabajo “más integral”.

En estos eventos y en distintas Asambleas que se han generado a lo largo del país y desde hace un año con la marcha por el caso de Mara Castilla, ha sucedido lo que mucho se necesitaba y poco se esperaba que ocurriera de esa manera: las mujeres nos apropiamos de los espacios de poder. Somos el tema sobre el que se discute, somos las que discutimos, somos las que impulsamos propuestas para atender las fallas por acto y omisión que las instituciones. Más allá de ocupar un puesto público, nos discutimos a nosotras mismas y exigimos por vías formales e informales que nuestras vidas sean respetadas.

Comenzamos a formalizar la manera en la que nos organizamos. Contemplamos los puntos que unen a las distintas colectivas y nos centramos en ellos más que en los que nos diferenciaban. Actuamos desde las calles hasta el pleno. Tomamos los espacios públicos que nos pertenecen y visibilizamos -para muchxs de formas injustificables- lo obvio pero preferido de ignorar, la falta de garantía en la mayoría de nuestros derechos por parte del gobierno, pero también el permiso invisible que ello le da al machismo y la misoginia de prevalecer y fortalecerse de formas cada vez más sutiles e igual de dañinas.

Hemos ido demostrando que el poder se construye en colectivo o más bien, en colectiva, no únicamente al contemplar un Estado fallido que no ha podido crear un sistema de justicia que no violente a las mujeres, sino tomando, el poder democrático de los poderes públicos para ir construyendo un Estado de conciencia y de organización, de colaboración y apoyo mutuo. Un Estado que sólo se está forjando al generar agendas compartidas, asumir nuestros derechos y exigir activamente el cumplimiento de la ley.

Que la violencia ejercida sea sistemática sólo nos deja con más deseos que planes de acción. Existe una desafortunada diversidad de situaciones que requieren atención inmediata. Ahora que el tema está en la agenda, no podemos soltarlo. No podemos soltar el poder que hemos ido ganando, sino que debemos impulsarlo desde tantos frentes como sea posible. Tenemos que conocer e identificar las formas en las que podemos apoyar e integrarnos a las distintas organizaciones civiles que ya enfocan su labor diaria en disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres.

Participemos en sororidad, vigilemos los planes y propuestas que se están generando en torno al tema, elijamos e investiguemos a representantes que los impulsen, aumentemos la intolerancia ante una falta, impulsemos la asertividad por encima de la agresión, presionemos de forma organizada, en plural y porque es de nosotras, exijamos en colectiva y hagamos entre todas, lo que una sola no puede. @NosotrxsMX

Por: Elisa Romano Zavala

El viernes 16 de agosto, muchas mujeres se concentraron y marcharon en distintos estados de la República para exigir el respeto de sus derechos humanos. Marcharon por las mujeres víctimas de un Estado que se ha olvidado de ellas, pero más aún, marcharon por las mujeres que aún no lo padecen directamente, para que no tengan que hacerlo.

En respuesta a esto, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, lanzó el “Plan de Acción Inmediata de Atención a la Violencia contra las Mujeres”, que comprende 5 ejes de acción: transporte público, iluminación de espacios públicos, capacitación de funcionarios, centros de atención a mujeres víctimas de violencia y campañas de comunicación. Entró en acción con el inicio del mes patrio y finaliza en diciembre con una propuesta de trabajo “más integral”.

En estos eventos y en distintas Asambleas que se han generado a lo largo del país y desde hace un año con la marcha por el caso de Mara Castilla, ha sucedido lo que mucho se necesitaba y poco se esperaba que ocurriera de esa manera: las mujeres nos apropiamos de los espacios de poder. Somos el tema sobre el que se discute, somos las que discutimos, somos las que impulsamos propuestas para atender las fallas por acto y omisión que las instituciones. Más allá de ocupar un puesto público, nos discutimos a nosotras mismas y exigimos por vías formales e informales que nuestras vidas sean respetadas.

Comenzamos a formalizar la manera en la que nos organizamos. Contemplamos los puntos que unen a las distintas colectivas y nos centramos en ellos más que en los que nos diferenciaban. Actuamos desde las calles hasta el pleno. Tomamos los espacios públicos que nos pertenecen y visibilizamos -para muchxs de formas injustificables- lo obvio pero preferido de ignorar, la falta de garantía en la mayoría de nuestros derechos por parte del gobierno, pero también el permiso invisible que ello le da al machismo y la misoginia de prevalecer y fortalecerse de formas cada vez más sutiles e igual de dañinas.

Hemos ido demostrando que el poder se construye en colectivo o más bien, en colectiva, no únicamente al contemplar un Estado fallido que no ha podido crear un sistema de justicia que no violente a las mujeres, sino tomando, el poder democrático de los poderes públicos para ir construyendo un Estado de conciencia y de organización, de colaboración y apoyo mutuo. Un Estado que sólo se está forjando al generar agendas compartidas, asumir nuestros derechos y exigir activamente el cumplimiento de la ley.

Que la violencia ejercida sea sistemática sólo nos deja con más deseos que planes de acción. Existe una desafortunada diversidad de situaciones que requieren atención inmediata. Ahora que el tema está en la agenda, no podemos soltarlo. No podemos soltar el poder que hemos ido ganando, sino que debemos impulsarlo desde tantos frentes como sea posible. Tenemos que conocer e identificar las formas en las que podemos apoyar e integrarnos a las distintas organizaciones civiles que ya enfocan su labor diaria en disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres.

Participemos en sororidad, vigilemos los planes y propuestas que se están generando en torno al tema, elijamos e investiguemos a representantes que los impulsen, aumentemos la intolerancia ante una falta, impulsemos la asertividad por encima de la agresión, presionemos de forma organizada, en plural y porque es de nosotras, exijamos en colectiva y hagamos entre todas, lo que una sola no puede. @NosotrxsMX