Los Estados Unidos de América es una nación ensamblada por las ideas compartidas. Las de carácter económico, político, moral, propósito, destino etc. Querido lector, quiero decir que esta idea no es propia y no recuerdo al autor. Los Estados Unidos de América carecen de un pasado milenario que los una como pueblo, tampoco están cimentados en vínculos multiétnicos, y su geografía ha cambiado muy poco desde su fundación. Sin embargo, sus ideales sostienen esa nación.
Los ideales de Jefferson, Madison, Franklin, Hamilton se vieron sucedidos por los sueños de Booker T. Washington quien escribió: “ podemos estar tan separados como los dedos y, sin embargo, tan unidos como la mano en todas las cosas esenciales”. Esto da cuenta de las asimetrías raciales (discriminación) y de los propósitos comunes. Luego vendría el sueño de Martin Luther King Jr., y la Corte Warren. Martin Luther King diría: “ hemos de tener compasión y comprensión hacía quienes nos odian”. Así, un país unido por ideas. Esto sin romantizar ni olvidar la discriminación, las guerras ni el rol que juega un país poderoso en este mundo tan complejo . Ahora, una nación dividida.
Donald Trump no comparte las ideas de Madison, Jefferson, Martin Luther King Jr., ni siquiera las de Ronald Reagan. Donald Trump vive en su mundo, un lugar de hechos alternos donde sucede lo que él cree que pasa, aun y en contra de la más clara evidencia. Él logró mostrar a un país dividido, aprovecharse del descontento, avivar las diferencias, volvió a izar la bandera confederada contra la bandera de la unión. Pero el problema no es él. Tiene más de 70 millones de votos detrás de sí, y las preguntas necesarias son: ¿cómo logró esa votación?, ¿qué ideas representa que son atractivas? Y, la última: ¿cómo se dividió tanto un país ?
El mundo parece estar cansado de los políticos estándar. Aquellos que se educan en las universidades. Esos políticos que siempre tienen la respuesta perfecta -o- la forma de evadir el error. Donald Trump dice lo que siente en el momento, no le importa si es un despropósito o no. En muchas latitudes parece que hay personas cansadas de las respuestas técnicas y con visión a largo plazo. Trump no construye para los siguientes 50 años, en su populismo de derecha, éste solo camina para responder a la coyuntura. Ese presidente le da las respuestas más llanas a los problemas más complejos. Cuando se siente que China lo rebasa en el mercado global, Trump crea una guerra comercial. Hay una percepción sobre un problema de migración, pues el señor quiere construir un muro y dividir familias. Nada de políticas públicas, estudios, técnica, sesudas reflexiones ni mirar 20 años adelante. Querido lector, aquí no se dice nada nuevo, sobre esto hay miles de columnas de opinión, el punto es: ¿por qué hay personas cansadas de la civilidad ?, ¿ por qué hay electores hartos de la ciencia? y ¿por qué hay tanta gente cansada de las instituciones y prefiere el gobierno de un solo hombre?
Me sigo preguntando por qué la gente vota al bravucón que quiere arreglar todo con muros, amenazas y abogados. Este fenómeno no es exclusivo de los Estados Unidos de América, que después de una jornada electoral catedrática y ejemplar en participación, volvió a un político que mantiene la civilidad hasta con Trump. Sin embargo, no podemos negar que la civilidad y el pensamiento pacifíco tienen hasta las corvas a buena parte del mundo. Hoy, hay un extraño llamado para apoyar a los bravucones.