/ miércoles 13 de diciembre de 2017

Centro de barrio | Whitesplaining, mansplaining

Andrés Manuel López Obrador dio con uno de los problemas más graves de nuestro país, pero se puso del lado equivocado: el racismo. México es un país sumamente racista y clasista, y lo podemos ver en muchas conductas.

Basta con echar un ojo a los portales de las escuelas privadas para darse cuenta que los niños que aparecen en sus fotografías son predominantemente blancos, en algunos casos hasta rubios. Conciente o inconcientemente, los colegios de paga promueven como virtud la blancura de pieles de sus alumnos. Esto es una tragedia, porque en realidad vivimos en una sociedad que limita las posibilidades a las personas de piel morena ... y a las mujeres, y a los bajitos, y a los peatones, y a los jóvenes, y a los viejos, y a las personas con discapacidad, etcétera.

López Obrador dio en el clavo, pero a la vez se equivocó. En nuestra sociedad prevalece el “whitesplaining” del que a menudo se quejan las personas afroamericanas en Estados Unidos (y también el mansplaining, que afecta a las mujeres). La cosmovisión del hombre blanco se sobrepone a la cosmovisión femenina, mestiza y/o indígena. Whitesplaining es el término que denuncia la prepotencia con la que se habla desde la piel blanca y mansplaining refiere la prepotencia de la voz masculina. No son problemas menores. Pero la solución no está en la discriminación al blanco por su piel, sino en el empoderamiento de las voces de otro color.

La Ciudad de México es la más avanzada del país en materia de inclusión. La aprobación de los matrimonios del mismo sexo, y su derecho a la adopción, y por supuesto de una carta de derechos de tercera generación a través de la Constitución local, muestran el avance de la ciudad. No obstante, en el día a día, vivimos posturas discriminatorias hacia la población de menores ingresos, regularmente con los tonos de piel más obscuros.

Un buen reto, como país y como ciudad, es fortalecer los contenidos educativos en materia de inclusión social, alcanzar la convivencia entre todas las clases sociales (y tonos de piel) y que ninguna escuela, sea privada o pública, se aisle de la convivencia con otras realidades. Seguramente hay infinidad de políticas que se pueden instrumentar para evitar el predominio de ciertos sectores de la población en la toma de decisiones, antes que cometer el error de discriminar a dos políticos por su color de piel.

López Obrador ha recorrido todos los municipios del país. Difícilmente otro mexicano puede presumir tal hazaña. Esto le da sensibilidad, que caería muy bien a todos los candidatos a la Presidencia. Con la discriminación pierde toda autoridad. Lo que necesitamos son políticas de inclusión, no acciones de exclusión. No necesitamos discriminar a los blancos, sino incluir a todos los colores de piel, y revertir cualquier escenario de exclusión.

No necesitamos más cultura del odio, ya tenemos suficiente con Donald Trump, como para reproducir políticas supremacistas en nuestro país. Ya bastante daño hizo el nacismo en la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, no dejemos de ver que sí tenemos un problema de inclusión en nuestra sociedad, que hay condiciones de privilegio por el tono de piel, la condición de hombre, la estatura, la ausencia de discapacidades, la forma de desplazamiento en las ciudades, entre otras.