/ martes 20 de febrero de 2018

La globalización no es asunto ideológico

Comprender bien en qué consiste y cuáles son los motores que impulsan el prevaleciente fenómeno de la globalización, nos puede ayudar a entender mejor el tan desafiante como cambiante mundo en el que hoy vivimos. La globalización de ninguna manera constituye un fenómeno ideológico; es en esencia lo que Don Carlos Marx calificaría como una consecuencia típica de la evolución o avance de los instrumentos y técnicas de producción con las que la humanidad de hoy está ganándose la vida.

Los instrumentos y técnicas de producción que específicamente están jugando el papel de propulsores y se encuentran en la raíz de la globalización son los transportes, las redes de comunicación y las telecomunicaciones. A medida que estos factores han ido avanzando la globalización se ha venido intensificando. Se trata de que los espacios de los territorios nacionales les han venido quedando cada vez más chicos a las nuevas y poderosas fuerzas productivas, que están irrumpiendo sobre espacios cada vez más distantes.

El impresionante desarrollo de la navegación, de los ferrocarriles, de las autopistas y los transportes automotores de carga, de la aeronáutica de pasajeros y de carga, ha hecho posible algo verdaderamente novedoso: la posibilidad de obtener insumos para los procesos productivos desde lugares muy distantes no sólo a costos considerablemente reducidos, sino en tiempos y eficiencia sin precedentes, lo cual ha hecho que hasta sea también viable llevar a cabo un proceso productivo haciendo que el avance en la conformación de piezas se realice mediante varios viajes de ida y vuelta.

Con anterioridad un esquema productivo de esta naturaleza llevaría a la quiebra a las empresas; en la actualidad se ha vuelto una fórmula sumamente eficiente para reducir costos e imprimirles mayor competitividad a los procesos productivos. El impactante avance de los sistemas de transportes ha sido también acompañado con trascendentes progresos en telecomunicación, que han posibilitado más ágiles y mejor informadas tomas de decisiones. Pongamos aquí sólo como ejemplo a la revolucionaria empresa china Alibaba, por medio de la cual un productor de aguacate de un pequeño poblado de Michoacán puede contactarse para vender su producto con remotos lugares del mundo, de los que quizá ni siquiera sabía de su existencia.

Los empeños en maximizar la productividad de las empresas recurriendo a proveerse de insumos y servicios desde lugares distantes, pero con mejores opciones para brindar competitividad, más la asombrosa intensificación de los intercambios mercantiles con su afán de lucro, son los que han pivoteado el proceso de globalización. A partir de ahí ésta se ha expandido muy rápidamente hacia casi todos los aspectos de la vida humana y así ha terminado por abarcar intercambios en lo tecnológico, lo científico, lo cultural, lo turístico, los hábitos alimenticios, la intercomunicación con culturas e idiomas diferentes; en general ha vuelto al mundo mucho interconectado e interdependiente.

También ha traído consigo el imperativo para los aparatos productivos nacionales de volverse mucho más competitivos, si quieren destacar o al menos sobrevivir en un mundo cada vez más integrado por el rudo pero acicateador impulso de la globalización.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell

Comprender bien en qué consiste y cuáles son los motores que impulsan el prevaleciente fenómeno de la globalización, nos puede ayudar a entender mejor el tan desafiante como cambiante mundo en el que hoy vivimos. La globalización de ninguna manera constituye un fenómeno ideológico; es en esencia lo que Don Carlos Marx calificaría como una consecuencia típica de la evolución o avance de los instrumentos y técnicas de producción con las que la humanidad de hoy está ganándose la vida.

Los instrumentos y técnicas de producción que específicamente están jugando el papel de propulsores y se encuentran en la raíz de la globalización son los transportes, las redes de comunicación y las telecomunicaciones. A medida que estos factores han ido avanzando la globalización se ha venido intensificando. Se trata de que los espacios de los territorios nacionales les han venido quedando cada vez más chicos a las nuevas y poderosas fuerzas productivas, que están irrumpiendo sobre espacios cada vez más distantes.

El impresionante desarrollo de la navegación, de los ferrocarriles, de las autopistas y los transportes automotores de carga, de la aeronáutica de pasajeros y de carga, ha hecho posible algo verdaderamente novedoso: la posibilidad de obtener insumos para los procesos productivos desde lugares muy distantes no sólo a costos considerablemente reducidos, sino en tiempos y eficiencia sin precedentes, lo cual ha hecho que hasta sea también viable llevar a cabo un proceso productivo haciendo que el avance en la conformación de piezas se realice mediante varios viajes de ida y vuelta.

Con anterioridad un esquema productivo de esta naturaleza llevaría a la quiebra a las empresas; en la actualidad se ha vuelto una fórmula sumamente eficiente para reducir costos e imprimirles mayor competitividad a los procesos productivos. El impactante avance de los sistemas de transportes ha sido también acompañado con trascendentes progresos en telecomunicación, que han posibilitado más ágiles y mejor informadas tomas de decisiones. Pongamos aquí sólo como ejemplo a la revolucionaria empresa china Alibaba, por medio de la cual un productor de aguacate de un pequeño poblado de Michoacán puede contactarse para vender su producto con remotos lugares del mundo, de los que quizá ni siquiera sabía de su existencia.

Los empeños en maximizar la productividad de las empresas recurriendo a proveerse de insumos y servicios desde lugares distantes, pero con mejores opciones para brindar competitividad, más la asombrosa intensificación de los intercambios mercantiles con su afán de lucro, son los que han pivoteado el proceso de globalización. A partir de ahí ésta se ha expandido muy rápidamente hacia casi todos los aspectos de la vida humana y así ha terminado por abarcar intercambios en lo tecnológico, lo científico, lo cultural, lo turístico, los hábitos alimenticios, la intercomunicación con culturas e idiomas diferentes; en general ha vuelto al mundo mucho interconectado e interdependiente.

También ha traído consigo el imperativo para los aparatos productivos nacionales de volverse mucho más competitivos, si quieren destacar o al menos sobrevivir en un mundo cada vez más integrado por el rudo pero acicateador impulso de la globalización.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell