/ sábado 19 de octubre de 2019

La moviola

Sobre la búsqueda y la identidad.

@lamoviola

El fanatismo es una sobrecompensación de la duda.

Carl Jung

El joven Ahmed (Le Jeune Ahmed, Bélgica, 2019, Jean-Pierre y Luc Dardenne), película inaugural de la edición 17 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) - 18 – 27 de octubre- , es un trabajo complejo por su vestido sencillo. Una reflexión, por un lado, sobre el fanatismo religioso pero dentro la trayectoria dramática, íntima, siempre dolorosa que implica la búsqueda de identidad en un adolescente.

Los hermanos Dardenne, no caen en la tentación de filmar una metáfora social, incluso política. En realidad esto solo es el pretexto, el entorno, para mirar en el interior de Ahmed (Idir Ben Addi), un adolescente musulmán que vive en Bélgica y está cegado por las enseñanzas de su imán Youssouf (Othmane Moumen), un discreto impulsor del odio que utiliza corderos para sembrar el odio.

Ahmed , dolido por la muerte de su primo en un acto terrorista y quien era algo mayor que el adolescente se abstrae del mundo para en su mutismo generar odio, sentimiento que apenas entiende, hacia quien su imán le ha dicho que es impuro.

Toma clases con Inés (Myriem Akheddiou), joven maestra quien tiene ideas algo liberales en cuanto a las enseñanzas del Corán se refiere. Ahmed, en un acto que se muestra sin pasión, intentará matarla.

Es enviado a un reformatorio, después de proteger a su mentor, quien de todos modos es apresado, donde conoce a Louise (Victoria Bluck), hija de los encargados de una granja donde Ahmed trabaja y cumple parte de su condena.

Ahmed se contiene ante las pasiones que surgen en su vida y que se presentan en el amable y pícaro coqueteo de Louise. Porque el filme, es no solo una reflexión sobre el fanatismo sino sobre todo, la difícil trayectoria de crecimiento y formación en la adolescencia.

Una narrativa discreta que nunca explota el melodrama, nos lleva a ver el interior frágil -que siempre cuida con mutismo y mezquindad el joven Ahmed-.

El tema del fanatismo religioso en Europa está latente en el cine. Basta citar Amanda (MIkhaël Hers, Francia, 2018). Las consecuencias de esto, en la vida diaria son el foco de atención.

Pero en el caso de El Joven Ahmed se sigue la tradición fílmica de los adolescentes nunca virtuosos pero tampoco terribles, por su dolorosa legitimidad. Heredero de Antoine Doinel (Los 400 golpes), Ahmed no puede ser juzgado. Pero su trayectoria es vista con algo de inquietud por el público.

Los Dardenne, como en El niño (Francia, Bélgica, 2005), nos imposibilitan para juzgar a sus personajes a pesar de sus actos. Un filme de narrativa discreta y profunda humanidad.

Inicia el festín de Morelia con un filme que ganó en Cannes en la categoría de Mejor dirección.


Sobre la búsqueda y la identidad.

@lamoviola

El fanatismo es una sobrecompensación de la duda.

Carl Jung

El joven Ahmed (Le Jeune Ahmed, Bélgica, 2019, Jean-Pierre y Luc Dardenne), película inaugural de la edición 17 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) - 18 – 27 de octubre- , es un trabajo complejo por su vestido sencillo. Una reflexión, por un lado, sobre el fanatismo religioso pero dentro la trayectoria dramática, íntima, siempre dolorosa que implica la búsqueda de identidad en un adolescente.

Los hermanos Dardenne, no caen en la tentación de filmar una metáfora social, incluso política. En realidad esto solo es el pretexto, el entorno, para mirar en el interior de Ahmed (Idir Ben Addi), un adolescente musulmán que vive en Bélgica y está cegado por las enseñanzas de su imán Youssouf (Othmane Moumen), un discreto impulsor del odio que utiliza corderos para sembrar el odio.

Ahmed , dolido por la muerte de su primo en un acto terrorista y quien era algo mayor que el adolescente se abstrae del mundo para en su mutismo generar odio, sentimiento que apenas entiende, hacia quien su imán le ha dicho que es impuro.

Toma clases con Inés (Myriem Akheddiou), joven maestra quien tiene ideas algo liberales en cuanto a las enseñanzas del Corán se refiere. Ahmed, en un acto que se muestra sin pasión, intentará matarla.

Es enviado a un reformatorio, después de proteger a su mentor, quien de todos modos es apresado, donde conoce a Louise (Victoria Bluck), hija de los encargados de una granja donde Ahmed trabaja y cumple parte de su condena.

Ahmed se contiene ante las pasiones que surgen en su vida y que se presentan en el amable y pícaro coqueteo de Louise. Porque el filme, es no solo una reflexión sobre el fanatismo sino sobre todo, la difícil trayectoria de crecimiento y formación en la adolescencia.

Una narrativa discreta que nunca explota el melodrama, nos lleva a ver el interior frágil -que siempre cuida con mutismo y mezquindad el joven Ahmed-.

El tema del fanatismo religioso en Europa está latente en el cine. Basta citar Amanda (MIkhaël Hers, Francia, 2018). Las consecuencias de esto, en la vida diaria son el foco de atención.

Pero en el caso de El Joven Ahmed se sigue la tradición fílmica de los adolescentes nunca virtuosos pero tampoco terribles, por su dolorosa legitimidad. Heredero de Antoine Doinel (Los 400 golpes), Ahmed no puede ser juzgado. Pero su trayectoria es vista con algo de inquietud por el público.

Los Dardenne, como en El niño (Francia, Bélgica, 2005), nos imposibilitan para juzgar a sus personajes a pesar de sus actos. Un filme de narrativa discreta y profunda humanidad.

Inicia el festín de Morelia con un filme que ganó en Cannes en la categoría de Mejor dirección.