/ sábado 21 de diciembre de 2019

La moviola

Hace muchos años en una infancia muy lejana

Una película nunca se termina, solo se abandona George Lucas

La galaxia se encuentra acaparada

por la poderosa Disney que revitaliza franquicias e infancias ochenteras. Pero la resistencia ha tundido con críticas a el Episodio IX - El ascenso de Skywalker (J. J Abrams, 2019 ).

La misión final, será encontrar un punto de equilibrio entre la nostalgia y la película per se. Con pasión de Chavo ruco, pero sin fanatismos. (Aquí entra la música de John Williams).

Porque el filme, visto con cabeza fría, resulta correcto sí a narrativa cinematográfica se refiere. Está por debajo de las enormes expectativas creadas, sobre todo de la generación X (o Peter Pan) que en muchos casos tiene a la franquicia como una cauda de identificación.

Y es que en el Episodio IX, hay un equilibrio de la épica convencional fílmica con algo de ritmo y poco lustre. Sigue de manera simple las fórmulas del género que la franquicia consolidó.

La película fluye con las sorpresas necesarias, no más, pero tampoco menos, y una tenue calidez para mantener la nave a flote a lo largo de 142 minutos. En la dirección de Abrams, hay corrección y poco riesgo. No está exenta de buenos momentos y eso la ayuda.

Signo de los tiempos, los protagonistas actuales rezuman idealismo para gusto de las nuevas generaciones, pero carecen del brillantísimo hedonismo y cinismo de los personajes de la saga original, muy ad hoc con las décadas de los setenta y principios de los ochenta.

Lo curioso es que Abrams es mejor director que Lucas, pero en este final se dedica –además de sentirse vocero de una generación en su vicio fílmico- ha administrar emociones y cuidar el mito. El problema es que lo hace demasiado.

El filme funciona como una orquesta bien ensayada. Por desgracia, esto pesa. Pero también – a su favor- es la aprehensión y aprendizaje de una narrativa cinematográfica.

¿De qué trata? Para no cometer spoilers, seré breve: la resistencia integrada por Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega), Poe (Oscar Isaac), junto con C-3PO (Anthony Daniels), R2-D2 y BB8, deben viajar al planeta Exegol por un dispositivo que los ayudará en la batalla. Pero les sigue los pasos el atormentado y a estas alturas aturdido Kylo Ren (Adam Driver). Todo con la actuación, digamos especial de Leia (Carrie Fisher), en lo que se puede llamar una actuación post mortem.

Tal vez las nuevas generaciones, al no tener mitos propios recuerden la nueva saga como algo más que un filme de vacaciones. Al final a ellos va dirigida. Todo indica que está es la última entrega, hasta que se les ocurra otra claro.

La generación X se puede lamentar y aplicar la de Greta Thunberg y decir: Me han robado mi infancia.

Hace muchos años en una infancia muy lejana

Una película nunca se termina, solo se abandona George Lucas

La galaxia se encuentra acaparada

por la poderosa Disney que revitaliza franquicias e infancias ochenteras. Pero la resistencia ha tundido con críticas a el Episodio IX - El ascenso de Skywalker (J. J Abrams, 2019 ).

La misión final, será encontrar un punto de equilibrio entre la nostalgia y la película per se. Con pasión de Chavo ruco, pero sin fanatismos. (Aquí entra la música de John Williams).

Porque el filme, visto con cabeza fría, resulta correcto sí a narrativa cinematográfica se refiere. Está por debajo de las enormes expectativas creadas, sobre todo de la generación X (o Peter Pan) que en muchos casos tiene a la franquicia como una cauda de identificación.

Y es que en el Episodio IX, hay un equilibrio de la épica convencional fílmica con algo de ritmo y poco lustre. Sigue de manera simple las fórmulas del género que la franquicia consolidó.

La película fluye con las sorpresas necesarias, no más, pero tampoco menos, y una tenue calidez para mantener la nave a flote a lo largo de 142 minutos. En la dirección de Abrams, hay corrección y poco riesgo. No está exenta de buenos momentos y eso la ayuda.

Signo de los tiempos, los protagonistas actuales rezuman idealismo para gusto de las nuevas generaciones, pero carecen del brillantísimo hedonismo y cinismo de los personajes de la saga original, muy ad hoc con las décadas de los setenta y principios de los ochenta.

Lo curioso es que Abrams es mejor director que Lucas, pero en este final se dedica –además de sentirse vocero de una generación en su vicio fílmico- ha administrar emociones y cuidar el mito. El problema es que lo hace demasiado.

El filme funciona como una orquesta bien ensayada. Por desgracia, esto pesa. Pero también – a su favor- es la aprehensión y aprendizaje de una narrativa cinematográfica.

¿De qué trata? Para no cometer spoilers, seré breve: la resistencia integrada por Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega), Poe (Oscar Isaac), junto con C-3PO (Anthony Daniels), R2-D2 y BB8, deben viajar al planeta Exegol por un dispositivo que los ayudará en la batalla. Pero les sigue los pasos el atormentado y a estas alturas aturdido Kylo Ren (Adam Driver). Todo con la actuación, digamos especial de Leia (Carrie Fisher), en lo que se puede llamar una actuación post mortem.

Tal vez las nuevas generaciones, al no tener mitos propios recuerden la nueva saga como algo más que un filme de vacaciones. Al final a ellos va dirigida. Todo indica que está es la última entrega, hasta que se les ocurra otra claro.

La generación X se puede lamentar y aplicar la de Greta Thunberg y decir: Me han robado mi infancia.