/ sábado 9 de diciembre de 2017

Nos quedamos sin cristalerías

1.- Al paso que vamos pronto no van a quedar cristalerías en el directorio. Alguna extraña especie de virus pulula en el mundo, que está en vías de envenenar a todos los chivos, en especial a los que dirigen o pretenden dirigir países, a una velocidad estrepitosa. La antigua parábola del vidriero que, a punto de cerrar el negocio por falta de ventas, decide por la noche salir a romper los vidrios de todas las casas del vecindario, parece quedar obsoleta en contrasentido. De un lado, el zar y su fábrica de piratería informática 24/7. De otro, el negociante de Manhattan que se lanza, sin la menor necesidad, a declarar que Jerusalén es la capital de Israel, a sabiendas de la reacción que de inmediato desataría.

2.- El mundo árabe que, sin necesidad de fanatismos musulmanes de los que Trump parece no ha tenido suficiente, se siente sobrada y justificadamente agraviado, no tanto quizá por las políticas pro israelitas del personaje, sino por la burdez y la falta de respeto con que las expele, además de que sabía sin yerro que abría otro estuche de tarántulas que no va a poder cerrar. Europa, que sabe que es el blanco natural y más cercano de “los días de ira” de los islamistas furiosos, que bien poca provocación requieren para volar calles y asesinar multitudes, solloza y tiembla de estupor y de pánico ante la escaramuza.

3.- Esos arrebatos con los que el caballero logra distraer a la opinión pública de su país de las amenazas reales a su presidencia que el FBI está tejiendo para evidenciar su brecha a la justicia, sus mentiras y sus trampas le salen demasiado caros al mundo. Se le acaban las “fake news”, las post verdades y los hechos alternativos, y hasta las bravatas contra Corea del Norte están por pasar de moda. Entonces se saca de la chistera una provocación inopinada contra el estado islámico al que tan poca falta le hace, para justificar su cada vez más cruel y sanguinaria violencia.

4.- De este lado, mediante igual estrategia de propaganda y toda proporción guardada –es decir, en su yerma pequeñez-, el publicista del perdonador inventa una súbita amnistía para los criminales y líderes del narcotráfico que tienen de luto a los mexicanos. No conforme con lograr el objetivo de distraer a la opinión pública, enganchar a los opinadores y suscitar reacción hasta de los altos mandos de las Fuerzas Armadas –a los que luego insulta-, el caudillo hace extensiva su alta y generosa indulgencia a todos los delincuentes: asesinos, plagiarios, defraudadores, políticos rateros y demás tránsfugas, esto es, los que aún no engrosan las filas de su partido político.

5.- Nuestro califa tropical tiene poca costumbre de que alguien le quite los reflectores, y menos por las razones que lo hace una figura que trae aire fresco, vientos de novedad, franqueza y, sobre todo, de realismo, muy contrario a lo que él esperaba en la persona del candidato del partido en el gobierno. Él quería uno que no generara el aplauso y el beneplácito aún de la oposición, y que más bien exacerbara el hartazgo y el clima de inestabilidad que solo es monopolio suyo; uno al que pudiera destrozar con su agarrotado discurso, su ya chocha verborrea, su exiguo vocabulario más fácilmente. Se incomodó el líder, se puso otro collar de flores y su mercadólogo de bolsillo echó a andar la máquina de propaganda que domina a la perfección.

6.- La orfebrería no quedaba aderezada sin tachar al nuevo secretario de Educación Pública de emisario de su némesis. Cómo habría querido el redentor empezar su carrera política como Otto Granados, del brazo de Jesús Reyes

Heroles.

camilo@kawage.com

1.- Al paso que vamos pronto no van a quedar cristalerías en el directorio. Alguna extraña especie de virus pulula en el mundo, que está en vías de envenenar a todos los chivos, en especial a los que dirigen o pretenden dirigir países, a una velocidad estrepitosa. La antigua parábola del vidriero que, a punto de cerrar el negocio por falta de ventas, decide por la noche salir a romper los vidrios de todas las casas del vecindario, parece quedar obsoleta en contrasentido. De un lado, el zar y su fábrica de piratería informática 24/7. De otro, el negociante de Manhattan que se lanza, sin la menor necesidad, a declarar que Jerusalén es la capital de Israel, a sabiendas de la reacción que de inmediato desataría.

2.- El mundo árabe que, sin necesidad de fanatismos musulmanes de los que Trump parece no ha tenido suficiente, se siente sobrada y justificadamente agraviado, no tanto quizá por las políticas pro israelitas del personaje, sino por la burdez y la falta de respeto con que las expele, además de que sabía sin yerro que abría otro estuche de tarántulas que no va a poder cerrar. Europa, que sabe que es el blanco natural y más cercano de “los días de ira” de los islamistas furiosos, que bien poca provocación requieren para volar calles y asesinar multitudes, solloza y tiembla de estupor y de pánico ante la escaramuza.

3.- Esos arrebatos con los que el caballero logra distraer a la opinión pública de su país de las amenazas reales a su presidencia que el FBI está tejiendo para evidenciar su brecha a la justicia, sus mentiras y sus trampas le salen demasiado caros al mundo. Se le acaban las “fake news”, las post verdades y los hechos alternativos, y hasta las bravatas contra Corea del Norte están por pasar de moda. Entonces se saca de la chistera una provocación inopinada contra el estado islámico al que tan poca falta le hace, para justificar su cada vez más cruel y sanguinaria violencia.

4.- De este lado, mediante igual estrategia de propaganda y toda proporción guardada –es decir, en su yerma pequeñez-, el publicista del perdonador inventa una súbita amnistía para los criminales y líderes del narcotráfico que tienen de luto a los mexicanos. No conforme con lograr el objetivo de distraer a la opinión pública, enganchar a los opinadores y suscitar reacción hasta de los altos mandos de las Fuerzas Armadas –a los que luego insulta-, el caudillo hace extensiva su alta y generosa indulgencia a todos los delincuentes: asesinos, plagiarios, defraudadores, políticos rateros y demás tránsfugas, esto es, los que aún no engrosan las filas de su partido político.

5.- Nuestro califa tropical tiene poca costumbre de que alguien le quite los reflectores, y menos por las razones que lo hace una figura que trae aire fresco, vientos de novedad, franqueza y, sobre todo, de realismo, muy contrario a lo que él esperaba en la persona del candidato del partido en el gobierno. Él quería uno que no generara el aplauso y el beneplácito aún de la oposición, y que más bien exacerbara el hartazgo y el clima de inestabilidad que solo es monopolio suyo; uno al que pudiera destrozar con su agarrotado discurso, su ya chocha verborrea, su exiguo vocabulario más fácilmente. Se incomodó el líder, se puso otro collar de flores y su mercadólogo de bolsillo echó a andar la máquina de propaganda que domina a la perfección.

6.- La orfebrería no quedaba aderezada sin tachar al nuevo secretario de Educación Pública de emisario de su némesis. Cómo habría querido el redentor empezar su carrera política como Otto Granados, del brazo de Jesús Reyes

Heroles.

camilo@kawage.com

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