/ martes 15 de enero de 2019

Torpe e ingenua receta para el robo de gasolinas

El 27 de diciembre nuestro presidente AMLO anunció con bombo y platillo su “Plan Conjunto para Combatir el Robo de Hidrocarburos” en el cual 15 instancias gubernamentales conjuntarían esfuerzos para exterminar este grave problema. Parecería que por fin toda la fuerza del Estado recaería con enorme vigor sobre los atracadores de combustible.

Nuestro presidente lanzó así severas y justificadas críticas a las pasadas administraciones por su ostensible ineptitud para frenar el saqueo de los huachicoleros, y anunció que ahora sí las fuerzas armadas de la Nación vigilarían las instalaciones de Pemex para acabar en definitiva con esa deplorable e injustificable sangría de recursos. En lo personal, me entusiasmó la medida: creí que por excepción había asumido una muy plausible decisión, pero ¡Oh lamentable sorpresa! Todo ese magnificente anuncio desembocó en una estrategia que, para evitar los adjetivos más apropiados pero procaces, podemos al menos calificarla de torpe, ingenua y ridícula, ya que consistió en dejar de utilizar los ductos para distribuir la gasolina que se requiere.

Distribuir los hidrocarburos ahora mediante pipas y autotanques no sólo resulta groseramente costoso e impráctico, sino que además ha despertado graves sospechas en torno a una posible participación de la empresa transportista Excellence Freights, de la que se dice que en menos de una semana ha cobrado ya miles de millones de pesos, y ha sido sin licitación alguna por la situación de emergencia. Esta compañía es subsidiaria de IDESA, a la cual está estrechamente vinculado el titular de la SCT, Ing. Javier Jiménez Espriú.

Pero lo verdaderamente preocupante son las severas limitaciones que padece nuestro Presidente para ejercer sus delicadas y trascendentes funciones. Querer resolver el escandaloso robo de gasolina dejando simplemente de transportarla por los oleoductos y poliductos es de un primitivismo mental escalofriante. Aun cuando se quiten las llaves que hoy tienen instaladas los huachicoleros, el negocio es tan lucrativo que éstos las volverán a instalar y ¿quién se cansará primero: la sociedad y la economía afectadas con gran severidad o los asaltantes que con toda paciencia esperan a la nueva apertura de los ductos?

amartinezv@derecho.unam.mx /@AlejoMVendrell

El 27 de diciembre nuestro presidente AMLO anunció con bombo y platillo su “Plan Conjunto para Combatir el Robo de Hidrocarburos” en el cual 15 instancias gubernamentales conjuntarían esfuerzos para exterminar este grave problema. Parecería que por fin toda la fuerza del Estado recaería con enorme vigor sobre los atracadores de combustible.

Nuestro presidente lanzó así severas y justificadas críticas a las pasadas administraciones por su ostensible ineptitud para frenar el saqueo de los huachicoleros, y anunció que ahora sí las fuerzas armadas de la Nación vigilarían las instalaciones de Pemex para acabar en definitiva con esa deplorable e injustificable sangría de recursos. En lo personal, me entusiasmó la medida: creí que por excepción había asumido una muy plausible decisión, pero ¡Oh lamentable sorpresa! Todo ese magnificente anuncio desembocó en una estrategia que, para evitar los adjetivos más apropiados pero procaces, podemos al menos calificarla de torpe, ingenua y ridícula, ya que consistió en dejar de utilizar los ductos para distribuir la gasolina que se requiere.

Distribuir los hidrocarburos ahora mediante pipas y autotanques no sólo resulta groseramente costoso e impráctico, sino que además ha despertado graves sospechas en torno a una posible participación de la empresa transportista Excellence Freights, de la que se dice que en menos de una semana ha cobrado ya miles de millones de pesos, y ha sido sin licitación alguna por la situación de emergencia. Esta compañía es subsidiaria de IDESA, a la cual está estrechamente vinculado el titular de la SCT, Ing. Javier Jiménez Espriú.

Pero lo verdaderamente preocupante son las severas limitaciones que padece nuestro Presidente para ejercer sus delicadas y trascendentes funciones. Querer resolver el escandaloso robo de gasolina dejando simplemente de transportarla por los oleoductos y poliductos es de un primitivismo mental escalofriante. Aun cuando se quiten las llaves que hoy tienen instaladas los huachicoleros, el negocio es tan lucrativo que éstos las volverán a instalar y ¿quién se cansará primero: la sociedad y la economía afectadas con gran severidad o los asaltantes que con toda paciencia esperan a la nueva apertura de los ductos?

amartinezv@derecho.unam.mx /@AlejoMVendrell