Estimado lector, los diversos conceptos de justicia son abstractos, teóricos e imprecisos, además que estos se pueden vincular con intereses personales o políticos. A mayor abundamiento, el conjunto de los mexicanos tenemos una idea muy personal de la justicia, que casi todas las veces es acorde con nuestra manera de vivir. Aquí pongo algunos ejemplos sobre este problema: la señora Isabel Miranda de Wallace sostiene que fue correcto hacer justicia de propia mano o investigar por medios propios, los delitos cometidos en contra de su hijo. Así mismo, los abogados de Rosario Robles estiman como injusta la medida de prisión preventiva dictada en contra de su cliente. En mi óptica, la orden de aprehensión en contra de Lozoya es justa, sin embargo, él estima que es un perseguido político; y así nos podemos seguir de largo, de qué se considera justo o injusto. Así las cosas, la justicia es un concepto tan vago que dice muchas cosas y no dice nada.
Para colmo, el ideal de justicia o de verdad se ha utilizado para fines demagógicos o para intereses individuales, por ello, un modelo de procuración e impartición de justicia se ve forzado a ceñirse al marco de la ley y la Constitución General. Las reglas escritas son un mejor asidero para resolver una cuestión, que conceptos románticos o intangibles. El derecho a un juicio justo está en nuestra Constitución desde 1917, y se revitalizó con una reforma en el 2008 para generar una proceso penal oral, acusatorio, con presunción de inocencia y, sobre todo, público.
La publicidad podría cambiar las coordenadas del debate de la sociedad mexicana. Necesitamos discutir la actividad de los jueces a partir de lo que hacen y no de comunicados de sus órganos de difusión o de las declaraciones que los desacreditan.
En los últimos meses, se han dictado resoluciones judiciales que otorgan la libertad o que colocan a una persona en prisión; en ambos casos , casi todas las personas, quieren opinar sobre lo justo o injusto de la decisión. Los asuntos judiciales no deberían medirse con la vara de una justicia abstracta y personal sino con la pauta de la legalidad y respeto a los derechos humanos. La prisión preventiva de Rosario Robles debería preocuparnos solo en cuanto al respeto a la ley y la Constitución, y no sobre elaboradas teorías de un complot. La liberación de personas acusadas por un delito no debería admitir juicios anticipados ni valoraciones inciertas; y esto no puede suceder a menos que se televisen las audiencias y se permita que las filmen los reporteros, cuestión hoy prohibida.
El problema está en la comunicación de qué pasa en diversos procesos judiciales. Por ello, ya que el Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía General de la República tienen la capacidad para televisar los procesos judiciales y dar versiones video grabadas a todos los ciudadanos, exijámoslo. El juicio del deportista O.J. Simpson fue totalmente público y, hasta formó parte de una serie de televisión, el proceso contra Michael Jackson se reproducía en el mismo medio, gran parte de los procesos penales en contra del expresidente de Perú están en internet; y aquí no podemos acceder a las audiencias de los procesos de mayor interés público, cómo las audiencias de de Javier Duarte; espero que dejemos de hablar de la justicia para discutir qué pasa en las audiencias, tenemos la pésima costumbre de hablar las cosas en abstracto y olvidar la cuestión concreta que estamos discutiendo.