/ domingo 8 de abril de 2018

El cuidado de la salud… empezar por nosotros mismos

Este 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Se trata del principio y del motor fundamental de la vida. Sin salud, sin buena salud, simplemente no hay vida. O se muere o se sobrevive o se padece. Por ello suele desearse al prójimo, a los seres queridos o amigos: salud, amor y dinero. En ese orden.

Y no es que sea chusco, es que el estribillo de salud, dinero y amor, incluso repetido en canciones populares, parte de la realidad de la vida. Sin salud nada se puede. Lo sabemos desde niños, obviamente lo hemos experimentado. Sin embargo, hasta hoy, nos cuesta trabajo llevarlo al plano de los hechos.

La vida diaria, en especial cuando somos jóvenes, nos absorbe de manera tal que nos olvidamos que, en verdad, la especie humana es bastante frágil. Desde que nacemos luchamos contra la muerte y sin los cuidados de nuestros padres, o de algún adulto, sería casi imposible llegar a las siguientes etapas biológicas.

Nos olvidamos de la salud porque la juventud, y en muchos casos la inexperiencia, nos hace parecer invencibles. La fortaleza física de los primeros años nos lleva a enfrentar retos peligrosos y vencerlos, las enfermedades casi no penetran por esa misma fortaleza, pero no quiere decir que no estén ahí y que no estemos en riesgo de contraerlas.

De la valoración de esos riesgos para la salud, de la importancia de mantenernos sanos porque al final lo único que realmente tenemos es la vida misma, surgieron iniciativas y conmemoraciones como el Día Mundial de la Salud que en este 2018 nos recuerda que “Todo el mundo tiene un papel que desempeñar” para que lleguemos a ese ideal de cobertura sanitaria universal.

Incluso nos dan recomendaciones y subrayo algunas que son importantes, necesarias para lograr el objetivo:

Participar en conversaciones estructuradas con una amplia gama de partes interesadas comunitarias que se ven afectadas y que son esenciales para garantizar la cobertura sanitaria universal.

Recoger las demandas, opiniones y expectativas de la población sobre asuntos relacionados con la CSU a fin de mejorar las respuestas de política. Puede consultarse a la población, por ejemplo, mediante diálogos cara a cara, encuestas o un referéndum.


Colaborar con las organizaciones comunitarias y los defensores de la cobertura sanitaria universal a fin de estudiar soluciones viables respecto de la CSU

Como individuos nos recomiendan que debemos hacernos escuchar para asegurarnos de que los responsables de la formulación de políticas públicas en beneficio de la salud tomen en cuenta las necesidades sanitarias de la comunidad, que les otorguen prioridad.

Incluso nos piden utilizar medios como las redes sociales para hacernos escuchar, para platicarnos experiencias en torno a la salud y hacer sugerencias que puedan servir a los más desprotegidos.


Pero lo más importante, de sentido común, es empezar por nosotros mismos. Protegernos como familia. Cuidar a los niños, cuidar a los ancianos, los más vulnerables. A veces es tan sencillo mantener limpieza, orden, en los espacios donde habitamos y tan redituable pues así evitamos muchas enfermedades.


Ensayar los buenos hábitos higiénicos es, al mismo tiempo, un sistema preventivo para la buena salud de la familia. Ojalá lo entendamos así, ojalá lo hagamos siempre así. Seguro podremos mantener una mejor calidad de vida.


Este 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Se trata del principio y del motor fundamental de la vida. Sin salud, sin buena salud, simplemente no hay vida. O se muere o se sobrevive o se padece. Por ello suele desearse al prójimo, a los seres queridos o amigos: salud, amor y dinero. En ese orden.

Y no es que sea chusco, es que el estribillo de salud, dinero y amor, incluso repetido en canciones populares, parte de la realidad de la vida. Sin salud nada se puede. Lo sabemos desde niños, obviamente lo hemos experimentado. Sin embargo, hasta hoy, nos cuesta trabajo llevarlo al plano de los hechos.

La vida diaria, en especial cuando somos jóvenes, nos absorbe de manera tal que nos olvidamos que, en verdad, la especie humana es bastante frágil. Desde que nacemos luchamos contra la muerte y sin los cuidados de nuestros padres, o de algún adulto, sería casi imposible llegar a las siguientes etapas biológicas.

Nos olvidamos de la salud porque la juventud, y en muchos casos la inexperiencia, nos hace parecer invencibles. La fortaleza física de los primeros años nos lleva a enfrentar retos peligrosos y vencerlos, las enfermedades casi no penetran por esa misma fortaleza, pero no quiere decir que no estén ahí y que no estemos en riesgo de contraerlas.

De la valoración de esos riesgos para la salud, de la importancia de mantenernos sanos porque al final lo único que realmente tenemos es la vida misma, surgieron iniciativas y conmemoraciones como el Día Mundial de la Salud que en este 2018 nos recuerda que “Todo el mundo tiene un papel que desempeñar” para que lleguemos a ese ideal de cobertura sanitaria universal.

Incluso nos dan recomendaciones y subrayo algunas que son importantes, necesarias para lograr el objetivo:

Participar en conversaciones estructuradas con una amplia gama de partes interesadas comunitarias que se ven afectadas y que son esenciales para garantizar la cobertura sanitaria universal.

Recoger las demandas, opiniones y expectativas de la población sobre asuntos relacionados con la CSU a fin de mejorar las respuestas de política. Puede consultarse a la población, por ejemplo, mediante diálogos cara a cara, encuestas o un referéndum.


Colaborar con las organizaciones comunitarias y los defensores de la cobertura sanitaria universal a fin de estudiar soluciones viables respecto de la CSU

Como individuos nos recomiendan que debemos hacernos escuchar para asegurarnos de que los responsables de la formulación de políticas públicas en beneficio de la salud tomen en cuenta las necesidades sanitarias de la comunidad, que les otorguen prioridad.

Incluso nos piden utilizar medios como las redes sociales para hacernos escuchar, para platicarnos experiencias en torno a la salud y hacer sugerencias que puedan servir a los más desprotegidos.


Pero lo más importante, de sentido común, es empezar por nosotros mismos. Protegernos como familia. Cuidar a los niños, cuidar a los ancianos, los más vulnerables. A veces es tan sencillo mantener limpieza, orden, en los espacios donde habitamos y tan redituable pues así evitamos muchas enfermedades.


Ensayar los buenos hábitos higiénicos es, al mismo tiempo, un sistema preventivo para la buena salud de la familia. Ojalá lo entendamos así, ojalá lo hagamos siempre así. Seguro podremos mantener una mejor calidad de vida.