Nuestro país sufre graves problemas de seguridad pública, una parte de este dilema está en la formación y desempeño de los cuerpos de policía. Llevamos varios años tratando de remediar esto a través del discurso de la mano dura, reformas legislativas inoperantesy supuestas acciones contundentes (cualquiera que sea el significado de acción contundente).
Un caso muy concreto y que ejemplifica el problema es el de Marco Antonio Sánchez. El 23 de enero de este año, la policía de la Ciudad de México detuvo a Marco Antonio, al parecer una persona había solicitado la captura por la posible comisión de unrobo¿quién era esa persona? nadie sabe. Los policías lo golpearon para detenerlo y subirlo a una patrulla. En un supuesto ejercicio de transparencia, el gobierno de la Ciudad de México nos exhibió los videos donde se ven la detención y la patrulla circulando hacia las 5 de tarde. Más adelante, los policías nos dicen que detuvieron la patrulla y dejaron que el muchacho se retirara, dicho en otras palabras: te acusan de robo, te golpean, te suben a una patrulla y cuando van a llegar con el ministerio público te bajan de la patrulla unos oficiales arrepentidos y reflexivos. ¿La policía tiene facultades para decidir quién llega y quién, no a la agencia del ministerio público? La respuesta es no.
Marco A. Sánchez apareció en el Estado de México casi una semana después en un juzgado cívico. La familia y amigos del joven nos dicen que éste presenta afectaciones mentales a partir de la captura. El joven nunca regresó igual a su domicilio, no fue un asunto de unas horas o días para después regresar a la normalidad, al día de hoy, Marco Antonio no se ha recuperado y el caso no tiene responsables. El gobierno de la Ciudad de México está obligado a esclarecer lo sucedido de manera satisfactoria.
El día que Marco Antonio Sánchez desaparecióse ha logrado recrear con las fotografías y mensajes que éste subía a internet, todo apunta a que el joven se desarrollaba con una vida alegre y acorde con su edad. En este momento él está internado en el Instituto Nacional de Neurología. El muchacho que capturaron los oficiales de policía no regresó a su vida anterior ni a su familia. Él regresó distinto. Mientras todo mundo está ocupado en cambiar de puesto político parece que no hay espacio para resarcir a Marco Antonio Sánchez ni a su familia.
El caso de Marco Antonio nos dice, por los menos, que varios elementos de la policía no están capacitados para llevar a cabo una detención. También nos habla de que no necesitamos más leyes, protocolos o tratados internacionales, sino, aplicar todas las normas jurídicas que ya existen.El asunto señala que la Procuraduría General de Justicia de la capital es incapazde esclarecer los hechos en un caso mediatizado y con servidores públicos de por medio. Me atrevo a diferir con humildad y respeto sobre el señalamiento de que el caso es “paradigmático”. Este caso es producto de los vicios más rancios de la policía capitalina y suscomplicidades con la procuraduría de justicia, no es paradigma de cosa alguna. Así las cosas, la seguridad pública no se va a remediar con reformas legislativas o con discursos de mano dura. La rectitud en el servicio público, la autonomía e independencias de las instituciones y el cumplimiento de las leyes que hay parecen una solución más viable. La primera razón de ser del Estado es proteger la integridad de sus ciudadanos, algunos elementos de la policía no cumplen esa función, incluso la agravan.
Dr. en Derecho