/ domingo 26 de abril de 2020

El Presidente, el periodismo y la crítica

“El crítico es un ser noble, útil y necesario a la civilización.

El criticastro es de hecho infame

y eminentemente perjudicial a la sociedad”.

M. A. Aguilera


“El periodista, conforme a un código de ética,

sirve a la sociedad y critica al poder.

Es muy fácil notar cuando se ha convertido en un adulador,

se ha corrompido y ha traicionado su papel”.

René Avilés Fabila


Como descendiente de periodistas, corre por mi sangre un amor y una pasión ancestrales por el periodismo, heredados desde mi bisabuelo Ignacio Herrerías que fue torturado y asesinado durante la Revolución cuando iba rumbo a la entrevista que sostendría con Emiliano Zapata, sus hermanos Fortunato, Ernesto y Gonzalo (que fue director del Excélsior) y sus primos hermanos los Casasola, mi tío Ignacio F. Herrerías (fundador del Novedades) -ultimado por la espalda en la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, ante su titular Javier Rojo Gómez-, hasta mi primo el escritor René Avilés Fabila (RAF) y mi propio padre, Uberto Zanolli (UZ), articulista de diversos medios italianos en el véneto y nacionales en nuestro país.

Por eso, cuando durante la conferencia matutina del pasado martes 22 de abril el Presidente de la República sentenció: “no hay en México un periodismo profesional, independiente, no digo objetivo porque eso es muy difícil. La objetividad es luego muy relativa. Pero ético, estamos muy lejos de eso, es parte de la decadencia que se produjo y lo mismo la radio, lo mismo la televisión”, aunque minutos después agregó: “en todos los medios hay gente consecuente y honesta, incluso periodistas que hacen bien su trabajo”, un “buen periodismo”, “que defiende al pueblo, el que está distante del poder, el que no defiende al poder, el que defiende al pueblo”, un sentimiento o cúmulo de sentimientos de preocupación quedaron vivos en mí por lo tajante de su declaración.

Me explico. Desde que tuve uso de razón aprendí, primero de Zanolli y luego de Avilés Fabila, el valor y significado de ser crítico para un periodista auténtico. UZ tuvo una máxima aristotélica de vida: “soy amigo de Platón, pero más de la verdad”, sin mediar otra ponderación. De ahí su distinción entre ser un crítico que juzga la realidad basado en principios de la ciencia o reglas del arte, y otra un criticastro, entendiendo por tal al que censura y satiriza sin apoyo, fundamento o doctrina. RAF, por su parte, postuló siempre que si algo debía guiar a un periodista, era la crítica permanente al poder, lo detentara quien lo detentara, al ser la labor periodística por naturaleza política y estar ubicada entre el Estado, el poder y la sociedad. Y agregaba: hace muy mal el político que se queja de la crítica y de no recibir aplausos. Olvida que es asalariado del pueblo y que su deber es hacer bien las cosas, lo cual “no tendría por qué ser motivo de elogio; por el contrario, sí de crítica cuando su servicio lo desempeña viendo sólo por sus intereses”, máxime en el caso del “supremo mandatario”, al ser quien más que nadie debe servir al pueblo.

Por eso quiero entender el sentir presidencial. El propio RAF sentenciaba que el escepticismo de la sociedad ante la objetividad e imparcialidad de los medios era “la consecuencia de su actitud servil como instrumentos dóciles a la voluntad del poder”, pero el Presidente no puede por un lado declarar que los opositores “olvidaron la historia, tienen como amnesia y eso también se ve en los medios, no hay análisis de lo que pasaba antes” y, por otro, él mismo desconocer la lucha que si un gremio ha enfrentado en la historia contemporánea de nuestro país, ha sido el de los periodistas, comenzando por Andrés y José Matías Quintana y Leona Vicario, la heroína de la Independencia a la que dedicó este año.

Señor Presidente Andrés Manuel López Obrador: México ha sido uno de los países que desde el siglo XVIII más han luchado por la libertad de prensa, la tolerancia ideológica y la democracia y en esta lucha las voces de los periodistas han sido fundamentales hasta el día de hoy. Un Presidente que ama la historia como usted, no puede despreciar, a raja tabla, el trabajo periodístico secular por unos cuantos mercenarios. Máxime porque si de alguien se espera en un Estado democrático el mayor respeto a las distintas voces, comprendidas las disidentes es, ni más ni menos, de quien detenta la responsabilidad presidencial. Un criticastro daña, pero más un adulador. Indudablemente hay plumas corruptas que manchan y denigran al verdadero periodismo: son lacayas del poder en turno y existirán mientras el ser humano no sea distinto. Pero no por ellas se ha de despreciar al periodismo auténtico. Lo dijo Freud: “ante la crítica se ataca, ante la lisonja se está indefenso”.

La crítica verdadera es para la democracia su savia, su sangre, su aliento vital y nadie podría olvidar a todos mis colegas periodistas, íntegros y valerosos que en México y en el mundo han sido asesinados en aras del periodismo.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli


“El crítico es un ser noble, útil y necesario a la civilización.

El criticastro es de hecho infame

y eminentemente perjudicial a la sociedad”.

M. A. Aguilera


“El periodista, conforme a un código de ética,

sirve a la sociedad y critica al poder.

Es muy fácil notar cuando se ha convertido en un adulador,

se ha corrompido y ha traicionado su papel”.

René Avilés Fabila


Como descendiente de periodistas, corre por mi sangre un amor y una pasión ancestrales por el periodismo, heredados desde mi bisabuelo Ignacio Herrerías que fue torturado y asesinado durante la Revolución cuando iba rumbo a la entrevista que sostendría con Emiliano Zapata, sus hermanos Fortunato, Ernesto y Gonzalo (que fue director del Excélsior) y sus primos hermanos los Casasola, mi tío Ignacio F. Herrerías (fundador del Novedades) -ultimado por la espalda en la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, ante su titular Javier Rojo Gómez-, hasta mi primo el escritor René Avilés Fabila (RAF) y mi propio padre, Uberto Zanolli (UZ), articulista de diversos medios italianos en el véneto y nacionales en nuestro país.

Por eso, cuando durante la conferencia matutina del pasado martes 22 de abril el Presidente de la República sentenció: “no hay en México un periodismo profesional, independiente, no digo objetivo porque eso es muy difícil. La objetividad es luego muy relativa. Pero ético, estamos muy lejos de eso, es parte de la decadencia que se produjo y lo mismo la radio, lo mismo la televisión”, aunque minutos después agregó: “en todos los medios hay gente consecuente y honesta, incluso periodistas que hacen bien su trabajo”, un “buen periodismo”, “que defiende al pueblo, el que está distante del poder, el que no defiende al poder, el que defiende al pueblo”, un sentimiento o cúmulo de sentimientos de preocupación quedaron vivos en mí por lo tajante de su declaración.

Me explico. Desde que tuve uso de razón aprendí, primero de Zanolli y luego de Avilés Fabila, el valor y significado de ser crítico para un periodista auténtico. UZ tuvo una máxima aristotélica de vida: “soy amigo de Platón, pero más de la verdad”, sin mediar otra ponderación. De ahí su distinción entre ser un crítico que juzga la realidad basado en principios de la ciencia o reglas del arte, y otra un criticastro, entendiendo por tal al que censura y satiriza sin apoyo, fundamento o doctrina. RAF, por su parte, postuló siempre que si algo debía guiar a un periodista, era la crítica permanente al poder, lo detentara quien lo detentara, al ser la labor periodística por naturaleza política y estar ubicada entre el Estado, el poder y la sociedad. Y agregaba: hace muy mal el político que se queja de la crítica y de no recibir aplausos. Olvida que es asalariado del pueblo y que su deber es hacer bien las cosas, lo cual “no tendría por qué ser motivo de elogio; por el contrario, sí de crítica cuando su servicio lo desempeña viendo sólo por sus intereses”, máxime en el caso del “supremo mandatario”, al ser quien más que nadie debe servir al pueblo.

Por eso quiero entender el sentir presidencial. El propio RAF sentenciaba que el escepticismo de la sociedad ante la objetividad e imparcialidad de los medios era “la consecuencia de su actitud servil como instrumentos dóciles a la voluntad del poder”, pero el Presidente no puede por un lado declarar que los opositores “olvidaron la historia, tienen como amnesia y eso también se ve en los medios, no hay análisis de lo que pasaba antes” y, por otro, él mismo desconocer la lucha que si un gremio ha enfrentado en la historia contemporánea de nuestro país, ha sido el de los periodistas, comenzando por Andrés y José Matías Quintana y Leona Vicario, la heroína de la Independencia a la que dedicó este año.

Señor Presidente Andrés Manuel López Obrador: México ha sido uno de los países que desde el siglo XVIII más han luchado por la libertad de prensa, la tolerancia ideológica y la democracia y en esta lucha las voces de los periodistas han sido fundamentales hasta el día de hoy. Un Presidente que ama la historia como usted, no puede despreciar, a raja tabla, el trabajo periodístico secular por unos cuantos mercenarios. Máxime porque si de alguien se espera en un Estado democrático el mayor respeto a las distintas voces, comprendidas las disidentes es, ni más ni menos, de quien detenta la responsabilidad presidencial. Un criticastro daña, pero más un adulador. Indudablemente hay plumas corruptas que manchan y denigran al verdadero periodismo: son lacayas del poder en turno y existirán mientras el ser humano no sea distinto. Pero no por ellas se ha de despreciar al periodismo auténtico. Lo dijo Freud: “ante la crítica se ataca, ante la lisonja se está indefenso”.

La crítica verdadera es para la democracia su savia, su sangre, su aliento vital y nadie podría olvidar a todos mis colegas periodistas, íntegros y valerosos que en México y en el mundo han sido asesinados en aras del periodismo.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli