/ sábado 1 de junio de 2019

La moviola

La búsqueda del amor

“El periodismo de rock es gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”. La frase es lapidaria. Se la dijo Frank Zappa a un reportero del Toronto Star en 1977. Es un clásico, en el prólogo del libro El hotel de los corazones solitarios de José Agustín, Rulo David la cita. Y basta buscar el nombre del músico en internet para encontrarla.

Viene a cuento ya que las grandes leyendas del mundo del entretenimiento construyen parte de su mito gracias a las sabrosas anécdotas y las frases. Por otro lado, también es un ejemplo de cómo la banalidad puede rodear la crónica sobre la vida de estos personajes. Rocketman (Dexter Fletcher, 2019) es una excepción.

Porque el filme, -dirigido por la exestrella infantil Fletcher –es un dulce, duro testimonio de género musical, con el universo que lo acompaña, sobre la vida del músico inglés Elton John, que en su conjunto forman una película alegre, virtuosa, colorida. Pero también, con el equilibrio de una profunda melancolía.

Detrás de su oropel en el largometraje hay una honesta confesión y testimonio de vida. No se percibe a pesar de esto, un sentimiento de culpa y sí un feliz cinismo que logra empatía con el espectador.

En general el filme transita en cuatro vías: pegajosos números musicales –no todos los filmes donde hay canciones son de este género, cabe aclarar-, y sobre todo, un personaje que se ahoga en la búsqueda del éxito, rompimientos personales y una vorágine de excesos, alcohol y vicios. Estos tres últimos puntos, son en general los ingredientes clásicos de este tipo de biopic.

Rocketman fluye con habilidad en el universo cinematográfico genérico de la estrella en vías de convertirse en leyenda y el hombre que con dolor trata de salir de sus infiernos. El filme es mucho más cercano por cínico y festivo a ¡Grandes bolas de fuego¡ (Great balls of fire! , Jim McBride, 1989) sobre la vida de Jerry Lee Lewis –interpretado por el entonces promesa Dennis Quaid- que a la reciente Bohemian Rhapsody ( Bryan Singer, 2018) sobre el pomposo Freddy Mercury. Por cierto, Fletcher estuvo al frente de algunas escenas de esta película.

Taron Egerton (Elton John), está justo, equilibrado en un papel que puede llevar a la tentación del exceso. No hay por cierto dentadura prostética que reprocharle.

En suma, Rocketman, es un colorido testimonio sobre la alegría y los avatares de la vida, rodeada de humor, amargura y personajes de una profunda humanidad, imperfección cinismo y sobre todo dulzura, envuelto en el oropel de un bien logrado musical.

Un filme, sobre la búsqueda del amor.

Twitter: @lamoviola



La búsqueda del amor

“El periodismo de rock es gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”. La frase es lapidaria. Se la dijo Frank Zappa a un reportero del Toronto Star en 1977. Es un clásico, en el prólogo del libro El hotel de los corazones solitarios de José Agustín, Rulo David la cita. Y basta buscar el nombre del músico en internet para encontrarla.

Viene a cuento ya que las grandes leyendas del mundo del entretenimiento construyen parte de su mito gracias a las sabrosas anécdotas y las frases. Por otro lado, también es un ejemplo de cómo la banalidad puede rodear la crónica sobre la vida de estos personajes. Rocketman (Dexter Fletcher, 2019) es una excepción.

Porque el filme, -dirigido por la exestrella infantil Fletcher –es un dulce, duro testimonio de género musical, con el universo que lo acompaña, sobre la vida del músico inglés Elton John, que en su conjunto forman una película alegre, virtuosa, colorida. Pero también, con el equilibrio de una profunda melancolía.

Detrás de su oropel en el largometraje hay una honesta confesión y testimonio de vida. No se percibe a pesar de esto, un sentimiento de culpa y sí un feliz cinismo que logra empatía con el espectador.

En general el filme transita en cuatro vías: pegajosos números musicales –no todos los filmes donde hay canciones son de este género, cabe aclarar-, y sobre todo, un personaje que se ahoga en la búsqueda del éxito, rompimientos personales y una vorágine de excesos, alcohol y vicios. Estos tres últimos puntos, son en general los ingredientes clásicos de este tipo de biopic.

Rocketman fluye con habilidad en el universo cinematográfico genérico de la estrella en vías de convertirse en leyenda y el hombre que con dolor trata de salir de sus infiernos. El filme es mucho más cercano por cínico y festivo a ¡Grandes bolas de fuego¡ (Great balls of fire! , Jim McBride, 1989) sobre la vida de Jerry Lee Lewis –interpretado por el entonces promesa Dennis Quaid- que a la reciente Bohemian Rhapsody ( Bryan Singer, 2018) sobre el pomposo Freddy Mercury. Por cierto, Fletcher estuvo al frente de algunas escenas de esta película.

Taron Egerton (Elton John), está justo, equilibrado en un papel que puede llevar a la tentación del exceso. No hay por cierto dentadura prostética que reprocharle.

En suma, Rocketman, es un colorido testimonio sobre la alegría y los avatares de la vida, rodeada de humor, amargura y personajes de una profunda humanidad, imperfección cinismo y sobre todo dulzura, envuelto en el oropel de un bien logrado musical.

Un filme, sobre la búsqueda del amor.

Twitter: @lamoviola