/ lunes 13 de enero de 2020

Las resistencias al cambio

En “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo sentenció: “…el que introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se beneficiaban del ordenamiento antiguo…”. Esto es lo que hoy nos está pasando con la 4ta. Transformación.

Señalar errores y manifestar diversos puntos de vista es lo que se espera de la oposición. Sin duda, eso, hasta se agradece. El problema es que no lo están haciendo con la voluntad de que las cosas realmente mejoren. Cuando nosotros fuimos oposición, señalamos con información, y a detalle, la corrupción y los errores de las anteriores administraciones; pero jamás fuimos en contra de México y de los mexicanos, como, ahora lo hace esta oposición. Su crítica es profundamente destructiva y no aporta elementos que ayuden a resolver los problemas planteados.

Referiré tres ejemplos muy claros y dolorosos para el país: el primero es el tema relacionado con la entrada del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Con este gobierno, hemos cambiado de raíz el enfoque que se le daba a la salud; pasamos de una visión mercantilista a una perspectiva humanista en favor del estado, capaz de proveer bienestar para sus ciudadanos. Con el antiguo “seguro popular”, la salud de los mexicanos era vista como un negocio: entre más se enfermara la gente era mejor —porque los hospitales de las entidades recibían más recursos y las grandes farmacéuticas vendían más medicamentos—. En muchos casos, se sabe que había una franca colusión entre funcionarios públicos y farmacéuticas para robar al erario, como en el caso de Duarte, que hasta agua llegó a dar en vez de tratamientos contra el cáncer para los niños.

Hoy se busca, con el INSABI, que sea un acercamiento universal a la salud. Lo importante es que todos los mexicanos tengamos acceso adecuado a estos servicios y, en caso de enfermedad, que las medicinas estén incluidas. En este sentido, el primer y segundo nivel de atención (medicina general y atención médica interna) son totalmente gratuitos y accesibles para todos. En el tercer nivel de atención, llamado de especialización, sí ha habido siempre una cuota de recuperación. Sin embargo, la cuota es en relación al nivel socioeconómico del paciente y, en algunos casos, es de cero pesos. Lo que antes había era un catálogo de enfermedades y medicamentos que cubría el seguro popular. La diferencia con el esquema actual es que, hoy, se trabaja para que todas las enfermedades y todas las medicinas sean gratuitas. Es cierto que hay algunos desfases en la implementación del nuevo programa de salud, y varios estados anuncian su boicot y negación para ejecutarlo. Nunca antes se había visto algo así; ahora, nos gritan que prefieren poner en riesgo la salud de los mexicanos que dejar el seguro popular. Es tanto su afán de golpear a la 4ta. Transformación que, en lugar de procurar una transición adecuada, prefieren seguir en un esquema donde la salud sea un negocio y no un derecho de todos.

El segundo caso es el de los trágicos hechos en Torreón. Un niño de 11 años dispara a su maestra y compañeros, y utilizan la tragedia para decir que la estrategia de seguridad no funciona. Se les olvida decir que es precisamente hoy que se están atacando de raíz las causas de la inseguridad. Existen programas de apoyo a los Jóvenes Construyendo el Futuro, se dan oportunidades de estudio mediante las Universidades Benito Juárez y se apoya a los adultos mayores con la pensión universal —para que no sean una preocupación constante de sus familias—. Así mismo, se ataca a la corrupción, para que no se vuelva a repetir el caso de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, quien en lugar de combatir la inseguridad y el narcotráfico, está siendo procesado como presunto delincuente.

El último ejemplo —más simbólico que doloroso—, es en el contexto internacional. En el caso de Bolivia, la oposición festejó e hizo suyos los insultos que el gobierno de facto de ese país emitió en contra de nuestro presidente. Sólo les recordamos que, en el sexenio anterior, cuando la figura presidencial requirió la unidad nacional, sin regateos, el hoy presidente se sumó de manera inmediata. Ésa es la diferencia entre ser una oposición leal y responsable, y ser una que festeja la tragedia y los problemas.

Diputada Federal Coordinadora Temática de Economía del Grupo Parlamentario de Morena


https://www.facebook.com/angeleshuertadip/

https://twittera.com/gelahuerta

En “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo sentenció: “…el que introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se beneficiaban del ordenamiento antiguo…”. Esto es lo que hoy nos está pasando con la 4ta. Transformación.

Señalar errores y manifestar diversos puntos de vista es lo que se espera de la oposición. Sin duda, eso, hasta se agradece. El problema es que no lo están haciendo con la voluntad de que las cosas realmente mejoren. Cuando nosotros fuimos oposición, señalamos con información, y a detalle, la corrupción y los errores de las anteriores administraciones; pero jamás fuimos en contra de México y de los mexicanos, como, ahora lo hace esta oposición. Su crítica es profundamente destructiva y no aporta elementos que ayuden a resolver los problemas planteados.

Referiré tres ejemplos muy claros y dolorosos para el país: el primero es el tema relacionado con la entrada del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Con este gobierno, hemos cambiado de raíz el enfoque que se le daba a la salud; pasamos de una visión mercantilista a una perspectiva humanista en favor del estado, capaz de proveer bienestar para sus ciudadanos. Con el antiguo “seguro popular”, la salud de los mexicanos era vista como un negocio: entre más se enfermara la gente era mejor —porque los hospitales de las entidades recibían más recursos y las grandes farmacéuticas vendían más medicamentos—. En muchos casos, se sabe que había una franca colusión entre funcionarios públicos y farmacéuticas para robar al erario, como en el caso de Duarte, que hasta agua llegó a dar en vez de tratamientos contra el cáncer para los niños.

Hoy se busca, con el INSABI, que sea un acercamiento universal a la salud. Lo importante es que todos los mexicanos tengamos acceso adecuado a estos servicios y, en caso de enfermedad, que las medicinas estén incluidas. En este sentido, el primer y segundo nivel de atención (medicina general y atención médica interna) son totalmente gratuitos y accesibles para todos. En el tercer nivel de atención, llamado de especialización, sí ha habido siempre una cuota de recuperación. Sin embargo, la cuota es en relación al nivel socioeconómico del paciente y, en algunos casos, es de cero pesos. Lo que antes había era un catálogo de enfermedades y medicamentos que cubría el seguro popular. La diferencia con el esquema actual es que, hoy, se trabaja para que todas las enfermedades y todas las medicinas sean gratuitas. Es cierto que hay algunos desfases en la implementación del nuevo programa de salud, y varios estados anuncian su boicot y negación para ejecutarlo. Nunca antes se había visto algo así; ahora, nos gritan que prefieren poner en riesgo la salud de los mexicanos que dejar el seguro popular. Es tanto su afán de golpear a la 4ta. Transformación que, en lugar de procurar una transición adecuada, prefieren seguir en un esquema donde la salud sea un negocio y no un derecho de todos.

El segundo caso es el de los trágicos hechos en Torreón. Un niño de 11 años dispara a su maestra y compañeros, y utilizan la tragedia para decir que la estrategia de seguridad no funciona. Se les olvida decir que es precisamente hoy que se están atacando de raíz las causas de la inseguridad. Existen programas de apoyo a los Jóvenes Construyendo el Futuro, se dan oportunidades de estudio mediante las Universidades Benito Juárez y se apoya a los adultos mayores con la pensión universal —para que no sean una preocupación constante de sus familias—. Así mismo, se ataca a la corrupción, para que no se vuelva a repetir el caso de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, quien en lugar de combatir la inseguridad y el narcotráfico, está siendo procesado como presunto delincuente.

El último ejemplo —más simbólico que doloroso—, es en el contexto internacional. En el caso de Bolivia, la oposición festejó e hizo suyos los insultos que el gobierno de facto de ese país emitió en contra de nuestro presidente. Sólo les recordamos que, en el sexenio anterior, cuando la figura presidencial requirió la unidad nacional, sin regateos, el hoy presidente se sumó de manera inmediata. Ésa es la diferencia entre ser una oposición leal y responsable, y ser una que festeja la tragedia y los problemas.

Diputada Federal Coordinadora Temática de Economía del Grupo Parlamentario de Morena


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