Las sociedades o comunidades políticas tienen valores y principios que están cambiando de forma constante. La primera forma de proteger estos valores es a través de normas morales. La sociedad sanciona a quien infringe sus leyes no escritas. En algunos casos las reglas morales llegan a limitar o expandir los derechos humanos, como es el caso de la libertad de expresión. Por alguna extraña razón la palabra moral ahora goza de cierto desprestigio, por ello, este concepto ha cambiado por el de lo políticamente correcto. En efecto, lo políticamente correcto es la expresión moderna de lo moral, las trabas de esto es que no existen cánones para definir qué es lo políticamente correcto.
La libertad de expresión ha sido considerada el pilar de toda democracia y debemos tener menos sensibilidad y más madurez para sostener un debate serio, por supuesto que las expresiones que tienen como único propósito la ofensa, la difamación y la injuria no se consideran parte de un debate. El punto es que ahora las reglas de lo políticamente correcto están definiendo el cómo y en qué condiciones se ejerce la libertad de expresión. Los temas más valiosos para la construcción de nuestra sociedad se dialogan a partir de las reglas de la corrección política.
Los distintos estándares del ejercicio de la libertad de expresión se pueden observar en el discurso que se utiliza en redes sociales, en la prensa o en debates en vivo. La libertad de expresión se ensancha en redes sociales, parece que allí hay más espacio para expresar desde las ideas más elaboradas, los debates, la descalificación o el reto entre personas que se creen vaqueros de cantina. En ese espacio todos somos más libres y de piel más gruesa. La comunidad política que utiliza las redes sociales tiene reglas más flexibles en el uso de las palabras, por ello, este medio permite mayor libertad de expresión. En algún tuit se leía que al nobel Vargas Llosa se le debía imponer la eutanasia por sus opiniones sobre la dictadura perfecta y los homicidios de periodistas. Lo desafortunado de las expresiones de Vargas Llosa pudieron ser sujetas de una amplia discusión que hubiera aportado más que la idea de la eutanasia. Sin embargo, hoy sabemos que alguien puede proponer la eutanasia cuando no le gusta una idea.
En la prensa existe más cuidado en la pluralidad y en el ánimo del debate, pero existe más autocontrol en las expresiones, parece que el medio de comunicación también determina el contenido. No es políticamente correcto proponer la eutanasia a través de medios escritos, aunque también se dan los casos. Aquí la regla no explícita es tratar de expresar más ideas y menos descalificaciones, con sus excepciones. Mientras que los debates en vivo tratan de ahorrarse las descalificaciones, los adjetivos y mostrarse civil en el diálogo, salvo que la discusión se acalore, pero en general tratamos de mantener vigentes las reglas no escritas. Es muy posible que las redes sociales sean más socorridas que los diálogos en vivo o los diarios. Curiosamente, en las redes sociales se llegan a expresar cuestiones de la vida privada, familiar, etc., con menor autocensura que en un diálogo en vivo.
Podríamos retomar parte de la libertad de expresión que se da en las redes sociales de manera responsable, conservar el diálogo y el debate sólido. Las distintas formas de expresarnos en distintos espacios dan cuenta que todavía hay reglas no escritas que moldean nuestro actuar.
Dr. en Derecho