/ sábado 18 de enero de 2020

La moviola

La guerra y Judy Garland.

El escritor necesita una pluma , el pintor un pincel, el cineasta un ejército.

Orson Wells.

Dos filmes con sendas nominaciones al premio Oscar, que se entregará el 9 de febrero en el Dolby Theatre de Hollywood en Los Ángeles, California, se estrenan esta semana en la cartelera mexicana. Muy diferentes por lo demás: 1917 (Sam Mendes, 2019), del género bélico y la biopic Judy (Rupert Good, 2019).

En el primer caso, 1917, que compite en las categorías principales entre las que destacan la de Mejor película y Director, por mencionar solo dos, lo que vemos es una ruptura del relato visual convencional hollywoodense, el estilo Griffith, para dar paso a la narrativa de plano secuencia.

Parece sencillo el asunto, pero en la propuesta hay una transgresión de las formas tradicionales del cine estadounidense. Ese, es el principal valor en los términos cinematográficos. Porque lo que gana el filme en el aspecto visual, lo pierde en su contenido de fondo. 1917 , es un relato sobre los horrores de la guerra (la primera), con su carga moralizante tradicional, aunque a nivel estético tenga arrojo e indiscutible ritmo.

Dos soldados británicos el presuntuoso Blake (Dean- Charles Chapman) y el apocado Schofield ( George MacKay), en el Norte de Francia, deben impedir que un batallón caiga en una trampa tendida por el ejército alemán. El asunto empeora ya que un asunto familiar de uno de los jóvenes está relacionado con la misión.

A partir de ese momento se desarrolla el relato en tono de plano de secuencia en realidad son dos , y un segundo tiempo recuerda a lo hecho por Hitchcock por ejemplo, en La soga (1948).

1917 resulta un viaje frenético con muy buenos momentos de tensión, aunque en el fondo en el género bélico se puedan encontrar asuntos de mayor complejidad emocional y dramática. Pero su audacia audiovisual, le otorga valor estético y cinematográfico per se. Eso y la coyuntura actual la ubican como una favorita en la próxima entrega del Oscar.

En el caso de Judy, lo que vemos en una transformación, milimétrica, precisa, de una representante de la comedia romántica estadounidense Renée Zellweger en la icónica y ya patética para fines de los sesenta Judy Garland. Porque el filme se centra en sus últimas semanas de vida.

Zellweger es una de las favoritas en la categoría de Mejor actriz, la única terna del filme dentro de las categorías principales. Es una lástima, ya que lo que vemos es una sutil intromisión al patetismo y la soledad que se esconden detrás del fulgor del cine.

El cine dentro del cine. Por momentos recuera la novela Moviola de Garson Kanin.

Un camino llevado por la lente en plano secuencia, y uno amarillo lleno de fulgor y dolor se ven esta semana en la cartelera.

La guerra y Judy Garland.

El escritor necesita una pluma , el pintor un pincel, el cineasta un ejército.

Orson Wells.

Dos filmes con sendas nominaciones al premio Oscar, que se entregará el 9 de febrero en el Dolby Theatre de Hollywood en Los Ángeles, California, se estrenan esta semana en la cartelera mexicana. Muy diferentes por lo demás: 1917 (Sam Mendes, 2019), del género bélico y la biopic Judy (Rupert Good, 2019).

En el primer caso, 1917, que compite en las categorías principales entre las que destacan la de Mejor película y Director, por mencionar solo dos, lo que vemos es una ruptura del relato visual convencional hollywoodense, el estilo Griffith, para dar paso a la narrativa de plano secuencia.

Parece sencillo el asunto, pero en la propuesta hay una transgresión de las formas tradicionales del cine estadounidense. Ese, es el principal valor en los términos cinematográficos. Porque lo que gana el filme en el aspecto visual, lo pierde en su contenido de fondo. 1917 , es un relato sobre los horrores de la guerra (la primera), con su carga moralizante tradicional, aunque a nivel estético tenga arrojo e indiscutible ritmo.

Dos soldados británicos el presuntuoso Blake (Dean- Charles Chapman) y el apocado Schofield ( George MacKay), en el Norte de Francia, deben impedir que un batallón caiga en una trampa tendida por el ejército alemán. El asunto empeora ya que un asunto familiar de uno de los jóvenes está relacionado con la misión.

A partir de ese momento se desarrolla el relato en tono de plano de secuencia en realidad son dos , y un segundo tiempo recuerda a lo hecho por Hitchcock por ejemplo, en La soga (1948).

1917 resulta un viaje frenético con muy buenos momentos de tensión, aunque en el fondo en el género bélico se puedan encontrar asuntos de mayor complejidad emocional y dramática. Pero su audacia audiovisual, le otorga valor estético y cinematográfico per se. Eso y la coyuntura actual la ubican como una favorita en la próxima entrega del Oscar.

En el caso de Judy, lo que vemos en una transformación, milimétrica, precisa, de una representante de la comedia romántica estadounidense Renée Zellweger en la icónica y ya patética para fines de los sesenta Judy Garland. Porque el filme se centra en sus últimas semanas de vida.

Zellweger es una de las favoritas en la categoría de Mejor actriz, la única terna del filme dentro de las categorías principales. Es una lástima, ya que lo que vemos es una sutil intromisión al patetismo y la soledad que se esconden detrás del fulgor del cine.

El cine dentro del cine. Por momentos recuera la novela Moviola de Garson Kanin.

Un camino llevado por la lente en plano secuencia, y uno amarillo lleno de fulgor y dolor se ven esta semana en la cartelera.