/ domingo 4 de marzo de 2018

A los 89 años: un PRI renovado y ajustado a las circunstancias

Este 4 de marzo el Partido Revolucionario Institucional ajusta 89 años de servir a México. Lo digo sin recato, lo aseguro sin rubores. El paso a la institucionalidad, una vez terminada la lucha armada, lo dio el PRI y lo consolidó a lo largo de varias décadas del siglo pasado. Esas instituciones, lo hemos dicho, están a la vista y hacen posible que los mexicanos tengamos una vida mejor, por ejemplo, atención a la salud... y múltiples servicios que se diluyen a diario en la cotidianidad precisamente de tenerlos y usarlos.

Cierto es que, al fin creación humana, tengan deficiencias y que las circunstancias difíciles de hoy día, entrelazadas con una interdependencia económica global, por momentos las hagan padecer carencias. La otra certeza es que ninguna institución, política o no, es mala per se. Las podemos hacer ineficientes los propios humanos que las manejamos, sea por ineficacia sea por corrupción o alguna otra cosa.

El PRI llega a los 89 años en un momento crucial para la historia nacional. En pocos meses tendremos la elección presidencial y de muchos otros cargos de la estructura político-administrativa de México. Será tan grande como nuestra propia responsabilidad personal de asistir a la urna y sufragar por la opción que hayamos decidido.

¿Qué tenemos los priistas a la vista y qué tienen los ciudadanos de todo el país? No un PRI avejentado por la edad, sino un PRI renovado y ajustado a las circunstancias políticas. O sea, un partido abierto al escrutinio público, pendiente de las exigencias ciudadanas y volcado a cumplir lo que el pueblo necesita, como lo ha hecho desde su creación.

Los priistas, conscientes de que sólo no comete errores quien no camina, quien no arriesga, hoy asume con responsabilidad las críticas y señalamientos que nos han hecho por unos pocos que no entendieron el mandato popular de servir a sus propios gobernados con honradez y eficacia.

Lo que no podemos hacer, y no aceptamos, es paralizarnos por esos pocos que hoy ya están bajo el mandato de la ley. Con ánimos renovados, a conciencia, acogimos y lanzamos en unión la candidatura de un ciudadano ejemplar, sin mácula; forjado en el servicio público, con amplia preparación académica: José Antonio Meade.

Pepe Meade, como ya lo llaman cientos de miles de mexicanos que observan en él la mejor oferta para gobernar a México, se ha consolidado como un servidor público con capacidades extraordinarias y gran experiencia adquirida a su paso por secretarías como Hacienda, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores. Su desempeño fue y es eficiente. Lo comprueba el hecho de que esos cargos los ocupó durante dos administraciones distintas surgidas de partidos políticos distintos.

Su trato amable, su sencillez, su dedicación familiar, lo hacen parecer verdaderamente como lo que ha sido y es: un ciudadano ejemplar con vocación de servicio, al margen de los escándalos frecuentes como los que protagonizan algunos políticos, sin aspavientos ni grandilocuencias de esas que fastidian y tienen cansados a los mexicanos.

Así llegamos a los 89 años en el PRI: con una elección definitoria del futuro inmediato de los mexicanos y con un candidato, Pepe Meade, que nos muestra ya sus capacidades, su optimismo y certeza de que México puede ser grande, mucho más grande de lo que es, si el voto mayoritario consolida su triunfo.


Senador del PRI



Este 4 de marzo el Partido Revolucionario Institucional ajusta 89 años de servir a México. Lo digo sin recato, lo aseguro sin rubores. El paso a la institucionalidad, una vez terminada la lucha armada, lo dio el PRI y lo consolidó a lo largo de varias décadas del siglo pasado. Esas instituciones, lo hemos dicho, están a la vista y hacen posible que los mexicanos tengamos una vida mejor, por ejemplo, atención a la salud... y múltiples servicios que se diluyen a diario en la cotidianidad precisamente de tenerlos y usarlos.

Cierto es que, al fin creación humana, tengan deficiencias y que las circunstancias difíciles de hoy día, entrelazadas con una interdependencia económica global, por momentos las hagan padecer carencias. La otra certeza es que ninguna institución, política o no, es mala per se. Las podemos hacer ineficientes los propios humanos que las manejamos, sea por ineficacia sea por corrupción o alguna otra cosa.

El PRI llega a los 89 años en un momento crucial para la historia nacional. En pocos meses tendremos la elección presidencial y de muchos otros cargos de la estructura político-administrativa de México. Será tan grande como nuestra propia responsabilidad personal de asistir a la urna y sufragar por la opción que hayamos decidido.

¿Qué tenemos los priistas a la vista y qué tienen los ciudadanos de todo el país? No un PRI avejentado por la edad, sino un PRI renovado y ajustado a las circunstancias políticas. O sea, un partido abierto al escrutinio público, pendiente de las exigencias ciudadanas y volcado a cumplir lo que el pueblo necesita, como lo ha hecho desde su creación.

Los priistas, conscientes de que sólo no comete errores quien no camina, quien no arriesga, hoy asume con responsabilidad las críticas y señalamientos que nos han hecho por unos pocos que no entendieron el mandato popular de servir a sus propios gobernados con honradez y eficacia.

Lo que no podemos hacer, y no aceptamos, es paralizarnos por esos pocos que hoy ya están bajo el mandato de la ley. Con ánimos renovados, a conciencia, acogimos y lanzamos en unión la candidatura de un ciudadano ejemplar, sin mácula; forjado en el servicio público, con amplia preparación académica: José Antonio Meade.

Pepe Meade, como ya lo llaman cientos de miles de mexicanos que observan en él la mejor oferta para gobernar a México, se ha consolidado como un servidor público con capacidades extraordinarias y gran experiencia adquirida a su paso por secretarías como Hacienda, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores. Su desempeño fue y es eficiente. Lo comprueba el hecho de que esos cargos los ocupó durante dos administraciones distintas surgidas de partidos políticos distintos.

Su trato amable, su sencillez, su dedicación familiar, lo hacen parecer verdaderamente como lo que ha sido y es: un ciudadano ejemplar con vocación de servicio, al margen de los escándalos frecuentes como los que protagonizan algunos políticos, sin aspavientos ni grandilocuencias de esas que fastidian y tienen cansados a los mexicanos.

Así llegamos a los 89 años en el PRI: con una elección definitoria del futuro inmediato de los mexicanos y con un candidato, Pepe Meade, que nos muestra ya sus capacidades, su optimismo y certeza de que México puede ser grande, mucho más grande de lo que es, si el voto mayoritario consolida su triunfo.


Senador del PRI