/ domingo 14 de enero de 2018

Señales claras y devastadoras

El recuento resulta espeluznante: el nivel del mar está aumentando; el hielo del mar ártico se está derritiendo; los glaciares y la capa permanentemente congelada también; las temperaturas de la superficie del mar se elevan y el agua es más ácida y amenaza los arrecifes; también se están calentando los lagos mayores; lluvias más intensas en diversas regiones provocan inundaciones; sequías más prolongadas acaban con cosechas; los huracanes están cambiando de frecuencia e intensidad y arrasan poblaciones enteras; los ecosistemas están cambiando y muchas especies animales están en peligro de extinción; olas de calor matan a seres humanos.

Las señales de la madre naturaleza no sólo son claras, son contundentes y devastadoras. ¿Al cambio climático tendremos también que añadirle los frecuentes sismos o temblores que ya enlutaron nuestro país hace unos meses y que seguimos sintiendo, ahora en regiones antes impensables? No sabemos si puede ser o no atribuible; en todo caso, se une a la acción natural que padecemos.

Lo más increíble, lo más asombroso, sin embargo, es la actuación humana frente a esas señales de la madre naturaleza: muchos, en la ignorancia frente a esos fenómenos, sea porque no están informados sea porque no han perdido y ven “de lejos” lo que no les ha ocurrido sin detenerse a pensar que su suerte pudiera cambiar en cualquier momento; y otros, incluidos algunos líderes mundiales, ignorando a propósito rendidos ante poderes económicos y políticos.

No hay consideración para la naturaleza frente a industrias que emiten gases contaminantes, por ejemplo, pero que en lo inmediato, hoy, crean empleos y riqueza que empodera. La inmediatez y el egoísmo de unos cuantos compromete y pone en peligro la propia supervivencia de generaciones futuras.

Algunos, los que advertimos que estamos caminando con los ojos bien abiertos hacia un precipicio que será insalvable, al menos para nuestra generación y las siguientes, estamos preocupados por lo que ya estamos sufriendo, por lo que estamos dejando ir entre las manos por esa ignorancia y egoísmo. 

Un dato, que se ha replicado en muchos medios de comunicación: Durante el Siglo XX, el nivel del mar ha subido cerca de 15 cm (6 pulgadas) debido al derretimiento del hielo glaciar y a la expansión de un agua de mar más caliente. Los modelos predicen que el nivel del mar podría subir hasta 59 cm (23 pulgadas) durante el siglo XXI, amenazando las comunidades costeras, pantanos, y arrecifes de coral.

¿Qué no podemos detenernos ante estos datos que nos están advirtiendo lo que pasará al mundo, al único mundo con el que contamos, en el que vivimos, y en el que dejaremos a nuestros hijos, nietos, bisnietos y nuestras generaciones futuras? ¿Qué no podemos dejar el egoísmo y pensar un momento que es nuestra responsabilidad cuidar el mundo que heredaremos a los que siguen para conservación de la especie humana?

Ojalá podamos. Ya no tenemos mucho tiempo. De hecho, la pérdida de muchos de los componentes de la naturaleza ocurre a diario. Necesitamos actuar ya.

 

Senador del PRI

El recuento resulta espeluznante: el nivel del mar está aumentando; el hielo del mar ártico se está derritiendo; los glaciares y la capa permanentemente congelada también; las temperaturas de la superficie del mar se elevan y el agua es más ácida y amenaza los arrecifes; también se están calentando los lagos mayores; lluvias más intensas en diversas regiones provocan inundaciones; sequías más prolongadas acaban con cosechas; los huracanes están cambiando de frecuencia e intensidad y arrasan poblaciones enteras; los ecosistemas están cambiando y muchas especies animales están en peligro de extinción; olas de calor matan a seres humanos.

Las señales de la madre naturaleza no sólo son claras, son contundentes y devastadoras. ¿Al cambio climático tendremos también que añadirle los frecuentes sismos o temblores que ya enlutaron nuestro país hace unos meses y que seguimos sintiendo, ahora en regiones antes impensables? No sabemos si puede ser o no atribuible; en todo caso, se une a la acción natural que padecemos.

Lo más increíble, lo más asombroso, sin embargo, es la actuación humana frente a esas señales de la madre naturaleza: muchos, en la ignorancia frente a esos fenómenos, sea porque no están informados sea porque no han perdido y ven “de lejos” lo que no les ha ocurrido sin detenerse a pensar que su suerte pudiera cambiar en cualquier momento; y otros, incluidos algunos líderes mundiales, ignorando a propósito rendidos ante poderes económicos y políticos.

No hay consideración para la naturaleza frente a industrias que emiten gases contaminantes, por ejemplo, pero que en lo inmediato, hoy, crean empleos y riqueza que empodera. La inmediatez y el egoísmo de unos cuantos compromete y pone en peligro la propia supervivencia de generaciones futuras.

Algunos, los que advertimos que estamos caminando con los ojos bien abiertos hacia un precipicio que será insalvable, al menos para nuestra generación y las siguientes, estamos preocupados por lo que ya estamos sufriendo, por lo que estamos dejando ir entre las manos por esa ignorancia y egoísmo. 

Un dato, que se ha replicado en muchos medios de comunicación: Durante el Siglo XX, el nivel del mar ha subido cerca de 15 cm (6 pulgadas) debido al derretimiento del hielo glaciar y a la expansión de un agua de mar más caliente. Los modelos predicen que el nivel del mar podría subir hasta 59 cm (23 pulgadas) durante el siglo XXI, amenazando las comunidades costeras, pantanos, y arrecifes de coral.

¿Qué no podemos detenernos ante estos datos que nos están advirtiendo lo que pasará al mundo, al único mundo con el que contamos, en el que vivimos, y en el que dejaremos a nuestros hijos, nietos, bisnietos y nuestras generaciones futuras? ¿Qué no podemos dejar el egoísmo y pensar un momento que es nuestra responsabilidad cuidar el mundo que heredaremos a los que siguen para conservación de la especie humana?

Ojalá podamos. Ya no tenemos mucho tiempo. De hecho, la pérdida de muchos de los componentes de la naturaleza ocurre a diario. Necesitamos actuar ya.

 

Senador del PRI